Se hizo público el Mensaje del Papa, firmado en la Ciudad del
Vaticano el pasado día 9, dirigido a Mon. Armando José María Rossi, Obispo de
Concepción, con motivo de los 50 años de la erección de esta diócesis
argentina.
Se trata de una diócesis muy querida al
Santo Padre puesto que en ella, el entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio,
predicó los ejercicios espirituales para el clero diocesano.
“En estos días – escribe el Papa – la
diócesis de la Santísima Concepción celebrará su 50 aniversario. Quiero, en
esta ocasión, estar muy cercano a Ustedes. No puedo olvidar los días pasados
allí durante los Ejercicios del Clero. Recuerdo los rostros de los Curas y rezo
por ellos.
Ahora extiendo más mi mirada y ensancho
el corazón hacia cada uno de los fieles y me uno a la celebración y a la
alegría de todos ustedes. En estos cincuenta años han hecho camino y un camino
de discípulos de Jesús y anunciadores del Evangelio: discípulos y misioneros,
para que todos los diocesanos tengan vida en abundancia
“Caminar,
dejarse discipular y anunciar”. Tres palabras escribe el Papa. Y explica:
"Caminar": Ustedes saben que le tengo miedo a los cristianos quietos.
Terminan como el agua estancada. "Dejarse discipular": también me dan
miedo lo que se creen que "se las saben todas", los suficientes. Sin
darse cuenta van cerrando su corazón al Señor; terminan centrados en sí mismos.
Son los cristianos a quienes podríamos llamar "cristianos yo conmigo para
mí".
Cuando uno se encuentra con Jesús vive
el estupor maravilloso de ese encuentro y siente la necesidad de buscarlo a Él
en la oración, en la lectura de los Evangelios. Siente – escribe el Papa – la
necesidad de adorarlo, de conocerlo... y siente la necesidad de anunciarlo. Y
esta es la tercera palabra: "anunciar", es decir ser misioneros,
llevar el nombre, la enseñanza, los gestos de Jesús a los hermanos. El
cristiano camina, se hace discípulo y anuncia. No está quieto, sale de sí
mismo: sale de sí mismo para anunciar la Buena Nueva de Jesús a los hermanos.
“Queridos
hermanos de la diócesis de Concepción – concluye el Pontífice – que el gran
festejo de los 50 años sea duradero en la vida de ustedes. Que, como nuestra
Madre, salgan de sí mismos tanto para adorar como para anunciar. Sean inquietos
porque el amor que Jesús nos da vale la pena.
Les deseo un feliz cincuentenario
y, por favor, les pido que recen por mí. Que Jesús los bendiga y la Virgen
Santa los cuide.
Afectuosamente, Francisco”.
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