"LLAMADOS A LA
MISERICORDIA: SEMANA DE PREPARACIÓN A LA CUARESMA"
Pienso que el ser humano vive una
vida plenamente humana gracias al ejercicio de la cultura. Necesitamos
cultivarnos para crecer, para ahondar en lo que nos une, para ser más humanos
en definitiva. En este sentido, el Centro Universitario Francisco Suárez es uno
de los centros fe-cultura promovidos por la Compañía de Jesús en Granada, que invita
a potenciar esta riqueza creadora y al análisis de la misma. Tengamos en cuenta
que hay una necesidad de expresión en toda persona y de compartir esa expresión.
Por consiguiente, este espacio de diálogo y encuentro de la fe con el mundo
moderno, especialmente abierto al fenómeno de la increencia e inspirado en la
espiritualidad ignaciana, halla sus raíces en esa pluralidad de siembras,
aunque sus objetivos son claros: fomentar y promover el diálogo desde el mundo
universitario con la sociedad actual, con especial atención a dos áreas:
fe-cultura y fe-justicia.
Ciertamente, este Centro
Universitario es un referente cultural de primera división en la ciudad de
Granada, aunque no ocupe apenas espacio en los medios de comunicación.
Comprenderá, pues, el lector que me ocupe una semana sí, y otra también, de lo
que allí se debate, que no es otra cuestión que la cultura del encuentro.
¿Habrá algo más importante? Ahí radica la genialidad de este abierta
institución. Desde luego, no puede haber servicio de la fe sin promover la
justicia, entrar en las culturas, abrirse a otras experiencias religiosas.
Tampoco puede haber promoción de la justicia sin comunicar la fe, transformar
las culturas, colaborar con otras tradiciones. De igual modo, no puede haber
inculturación sin comunicar la fe a otros, dialogar con otras tradiciones,
comprometerse con la justicia.
Siguiendo esta vocación de vigía en la frontera, esta semana el tema
se centró en la preparación a la cuaresma, bajo el sugestivo título: "llamados
a la misericordia". Del lunes 3 al viernes 7 de marzo, se ha profundizado
en el Dios de la misericordia desde una perspectiva tanto bíblica como
espiritual y de compromiso, con los ponentes Ignacio Rojas Gálvez, Adolfo
Chércoles Medina, Eduardo López Azpitarte y Juan A. Estrada Díaz.
I.- EL DIOS DE LA MISERICORDIA.
PERSPECTIVA BÍBLICA
Por su interés, reproducimos un
resumen de la primera charla pronunciada por el Prof. de Sagrada Escritura de
la Facultad de Teología de Granada, Ignacio Rojas Gálvez, Vicerrector de dicha
Facultad:
"El recorrido bíblico sobre
la temática de la misericordia en tan breve espacio de tiempo, no es sencillo.
Primeramente, es imprescindible definir claramente los términos con los que
expresamos la misericordia, para pasar después a hacer, si me permiten la
expresión, una cata de textos de la Escritura donde veamos claramente cómo Dios
se revela misericordioso. Les invito a un recorrido en tres etapas: a) ¿Cuál es
la dinámica de la misericordia?; b) Sus efectos en la humanidad; y c) ¿A qué
nos compromete un Dios misericordioso?
En relación a la premisa
terminológica. Nos vamos a centrar en dos que, en cierto modo, recogen de forma
sintética cómo Dios se revela misericordioso. El primero de ellos es hesed. Indica
una actitud de profunda bondad, implica fidelidad recíproca, pero (y esto es el
meollo de todo) esta fidelidad recíproca, es fruto de una fidelidad hacia
sí mismo. Dios es fiel con su pueblo, no por los méritos de este último (que a
menudo lo traiciona) sino por su coherencia de amor Podríamos decir que se
trata del amor paterno que se anticipa, en palabras del Papa Francisco sería
ese “primerear” de Dios en el amor. El segundo término sobre el que quiero
llamar su atención en esta premisa terminológica es rahamim. Sugiere el amor
visceral de la madre. Por tanto, la misericordia toma su imaginario de las
características propias del amor de la mujer y de la madre. Define el amor
gratuito, inmerecido, que nace de la necesidad y no la "obligación"
del corazón, que se caracterizan por la bondad, la ternura, la paciencia, la
comprensión, o la disposición a perdonar. Esto es lo que leemos en Isaías 49,15
y que nos presentaba la liturgia de ayer: ¿Puede una madre olvidarse de su
criatura, dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide,
yo no te olvidaré. Mira, en mis palmas te llevo tatuada...En conclusión, los
dos términos nos muestran dos aspectos que caracterizan la misericordia en
Dios; la fidelidad y la conmoción.
I. ¿Cómo actúa el Dios
misericordioso? En Éxodo 3, Yahvé, que es sensible a los sufrimientos de su
pueblo, envía a un hombre llamado Moisés para que saque al pueblo de Egipto.
Yahvé no aparece indiferente a la miseria del pueblo oprimido. Veamos tres
secuencias: a) Mirada desde lo profundo: desvelar la realidad: Yahvé interviene
con todo su poder sólo movido de su corazón, de su compasión hacia la gente.
Dios se pone del lado de los débiles y los oprimidos presentándose como un Dios
de misericordia. Dios ve con los ojos del corazón, mira, observa, escruta,
trata de comprender la razón del sufrimiento. La visión implica una asunción de
responsabilidad por parte de la persona que está a cargo de la guía o el
cuidado de otro surge de este modo la llamada que brota de haber visto y oído y
conocido. b) La lógica del abajamiento: La misericordia de Dios es indicativa;
el baja para hacer subir, como si quisiera decir que sólo el hacerse prójimo de
la criatura puede orientar a ésta a la salvación y a la experiencia del amor
visceral y por lo tanto misericordioso de un padre. c) Pertenencia mutua: La
misericordia divina para tener sus efectos, requiere la acción de un
interlocutor: Moisés. Dios entra en la historia humana y quiere establecer un
pacto de corresponsabilidad, un pacto de fidelidad, una alianza de amor y
misericordia.
II. Sus efectos en la humanidad. Ezequiel
en 36,26 profetiza: “Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo,
arrancaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Os
infundiré mi espíritu y viviréis”. Este texto me parece apropiado que nuestra
atención se detenga en detalles sobre tres temas básicos en torno a los cuales
gira la manifestación de la misericordia de Dios, a saber: la renovación del
corazón, la cancelación de la deuda y el conocimiento de Dios. a)La Renovación del corazón: El profeta ha hecho un
gran esfuerzo para llevar al pueblo a la observancia de la alianza con Dios.,
vemos el fracaso de este esfuerzo: la nación persiste en sus prácticas
idolátricas, persiste la terquedad de su corazón, y Dios promete algo nuevo: la
renovación del corazón. b) La cancelación de la deuda: Las leyes jubilares son
signo de una libertad que compromete a liberar y una misericordia que está
llamada a expandirse; en el horizonte un único pueblo integrado por personas
iguales y libres. Lo nuevo que brota en el corazón del hombre. c) El conocimiento
de Dios: El conocimiento del Señor, la relación íntima con él, brotará
espontáneamente del corazón de la persona que, experimentando la misericordia
divina, se adhiere voluntariamente a su designio de amor.
III. ¿A que nos compromete un
Dios misericordioso? La palabra “misericordia” se origina en la lengua latina y
es el resultado de la suma de dos términos distintos: Misereor que significa
“tener piedad”, y “cor” que traducimos por “corazón”. La misericordia es la
capacidad de entregar algo de sí mismo a la pobreza del corazón de mi hermano. a)
Hacerse pequeños: Basta recordar la amonestación de Jesús en el texto de Mateo
18,3-4:“En verdad os digo si nos os convertís y os hacéis como niños no
entrareis en el reino de los cielos. Por ello, el que se hace pequeño como uno
de estos niños será el más grande ene le reino de los cielos”. Por tanto, el
gran hombre es aquel que se hace niño, que tiene la misma simplicidad para
afrontar la vida, la misma apertura curiosa y ávida de la verdad, que tiene los
con los ojos abiertos, que no juzga a nadie, que tiene la fortaleza puesta en
el 'amoroso abrazo de su madre, porque en ese amor logra entender quién es y lo
que es el mundo y entender que todo es bueno. b) ¿Quién soy yo?. "¿Qué soy yo?" Dice el salmista. Y
en seguida respondo: soy poca cosa, soy como un grano de arena en el desierto o
una pequeña gota dispersa en la inmensidad del océano. Soy consciente de mi
pequeñez, mi presencia casi insignificante. Pequeño espacial y temporalmente. c) Misericordia es restablecer la dignidad del
que no la tiene. De gloria y honor coronaste cada persona que ha nacido, cada
persona es preciosa en frente de ti, porque todo el mundo lo has hecho
semejante a Ti. Esto significa que cada
hombre tiene una dignidad que es constitutiva de su yo y no se da por ningún factor
externo, por ningún poder. Incluso y, sobre todo, los más olvidados de la
tierra son preciosos ante tus ojos.
CONCLUSIÓN. El recorrido en tres
etapas nos ha llevado de la contemplación del Dios misericordioso a la
contemplación del hermano y el reconocimiento de su dignidad; así hizo Jesús
cuando uno de los escribas le interrogó sobre la identidad de su prójimo, Jesús
le mostró el rostro de la misericordia personificado en un samaritano y le
provoco a actuar del mismo con la misma misericordia.
Conocer al Dios
misericordioso es entrar en la dinámica
del Dios que –en palabras del Card. Kasper- “desborda la lógica justicia humana
que se resume en el castigo y en la muerte del pecador, la misericordia divina
quiere la vida”. Todo cuanto hemos contemplado esta tarde tiene su cumplimiento
en el Señor Jesús que es el SI de Dios a la humanidad, que se abaja, pasando
por uno de tantos, nos invita a renovar el corazón liberándonos de lo que nos
endurece. Con su misericordia Jesús nos revela que un corazón misericordioso,
según es el corazón de Dios, es aquel que pasa siempre por el esfuerzo de
arrancar algo de mí, para que sirva al crecimiento humano del otro".
II.- LAS OTRAS CONFERENCIAS IGUAL
DE INTERESANTES
Por cuestiones de espacio, hemos
de resumir. La segunda de las conferencias, se refiere a las bienaventuranzas, y
fue impartida por Adolfo Chércoles Medina, verdadero especialista en
espiritualidad ignaciana. Indudablemente, cada bienaventuranza toca un problema
que afecta a todo ser humano (creyente o no creyente, sea de una cultura o de
otra) y nos avisa de las tentaciones que dicho problema lleva consigo, para
posibilitar objetivamente la fraternidad. Sin duda, las bienaventuranzas son la
apuesta de Jesús por la felicidad del ser humano. En este sentido, el Evangelio
nos dice que sólo la debilidad nos hermana, y que la fraternidad sólo es
posible desde nuestro condición de pecadores necesitados de misericordia. La
tercera de las ponencias, fue impartida por el Prof. emérito de la Facultad de
Teología, Eduardo López Azpitarte, bajo el análisis del perfeccionismo a la
espiritualidad de la misericordia. La recomendación que aquí se nos hace es la
de reproducir e nuestra conducta los atributos específicamente divinos: la
compasión y la misericordia. Y nadie es capaz de imitar la compasión y
misericordia del Padre como lo hizo Jesús, que llegó a dar la vida por sus
amigos como gesto supremo de amor (Jn 15,13; 10, 1 1- 1 8). Cerró el ciclo, el
profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Granada, Juan A.
Estrada Díaz, haciendo una llamada a la misericordia y al compromiso, sabedores
de que hoy lo que más nos preocupa es la carencia de sentido en la vida y
nuestro alejamiento de Dios; a partir de estas premisas desarrolló toda una
antropología, abierta a la misericordia por la vulnerabilidad del ser humano.
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
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