Texto
completo del discurso del Santo Padre a la Asamblea Plenaria de la Comisión
Pontifica para América Latina
Educar no es solamente
transmitir conocimientos. La transmisión de la fe, solo a través de la
enseñanza de contenidos, será superficial o ideológica. Lo ha afirmado el Santo
Padre esta mañana en el discurso que ha dado -de forma improvisada y sin leer-
a los miembros de la Asamblea Plenaria de la Comisión Pontificia para América
Latina, a quienes habló durante casi 20 minutos.
Centrado en el tema de
la Asamblea Plenaria "Transmisión de la fe, emergencia educativa"
Francisco ha hablado de la importancia del encuentro entre jóvenes y ancianos o
problemas como el paro juvenil, las drogas y la cultura del descarte. Así, el
Santo Padre ha dado un discurso basado en tres ideas principales. Primero la
estructura educativa, que transmitir contenidos, hábitos y valoraciones.
Segundo la utopía del joven, relacionarla y armonizarla con la memoria y el
discernimiento. Y tercero la cultura del descarte como uno de los fenómenos más
graves que está sufriendo la juventud.
Publicamos a
continuación el texto del discurso transcrito por Radio Vaticana:
¡Buenos días! Agradezco
al Cardenal Ouellet sus palabras y a ustedes todos, el trabajo que han hecho
todos estos días. “Transmisión de la fe, emergencia educativa”.
“Transmisión de la fe”
lo escuchamos varias veces, no nos hace tanto ruido la palabra. Sabemos que es
una obligación hoy día cómo se transmite la fe, que ya fue tema propuesto para
el anterior Sínodo que terminó en la evangelización.
Emergencia educativa es
una expresión recientemente acuñada por ustedes, por los que prepararon esto. Y
me gusta porque esto crea un espacio antropológico, una visión antropológica de
la evangelización una base antropológica, ¿no? O sea, hay una emergencia
educativa para la transmisión de la fe. Es como tratar el tema de la catequesis
a la juventud desde una perspectiva, diríamos, de teología fundamental. Es
decir, bueno, cuáles son los presupuestos antropológicos que hay hoy día en la
transmisión de la fe, que hacen que para la juventud de América Latina esto sea
emergencia educativa ¿no?
Y por eso creo que hay
que ser repetitivo y volver a las grandes pautas de la educación, y la primera
pauta de la educación es que educar, lo hemos dicho en la misma comisión,
alguna vez lo hemos dicho, que no es solamente transmitir conocimientos, ¿no?
transmitir contenidos, sino que implica otras dimensiones: O sea transmitir
contenidos, hábitos y valoraciones, y los tres juntos.
Para poder transmitir
la fe hay que crear el hábito de una conducta hay que crear la recepción de
valores que la preparen y la hagan crecer. Hay que crear contenidos básicos. Si
solamente queremos transmitir la fe con contenidos será una cosa superficial o
ideológica, que no va a tener raíces. La transmisión tiene que ser de
contenidos, con valores, valoraciones y hábitos, hábitos de conducta, ¿no? Los
antiguos propósitos de nuestros confesores cuando éramos chicos, ¿no? “Bueno,
en esta semana vos hacé esto, esto y esto” y nos iban creando un hábito de
conducta, ¿no? Y no sólo el contenido, sino lo valores. O sea que en ese marco
de la transmisión de la fe tiene que moverse, ¿no? Tres pilares ¿no?
Otra cosa que es
importante para la juventud, transmitirle a la juventud y a los chicos también
¿no?, pero sobre todo a la juventud, es el buen manejo de la utopía. Nosotros
en América Latina hemos tenido experiencia de un manejo no del todo equilibrado
de la utopía, y que en algún lugar, en algunos lugares, no en todos, en algún
momento nos desbordó, y al menos el caso de Argentina, podemos decir ¡Cuántos
muchachos de la Acción Católica, por una mala educación de la utopía terminaron
en la guerrilla de los años 70! ¿No?
Saber manejar la
utopía, o sea, saber conducir. Manejar es una mala palabra. ¡Saber conducir y
ayudar a crecer la utopía de un joven es una riqueza! ¡Un joven sin utopías es
un viejo adelantado ¿no? envejeció antes de tiempo! ¿No? O sea, ¿cómo hago para
que esta ilusión que tiene el chico, esta utopía, lo lleve al encuentro con
Jesucristo? Es todo un paso que hay que ir haciendo. Me atrevo a sugerir lo
siguiente: una utopía en un joven crece bien si está acompañada de memoria y de
discernimiento. La utopía mira al futuro, la memoria mira al pasado y el
presente se discierne.
El joven tiene que
recibir la memoria y plantar, arraigar su utopía en esa memoria. Discernir en
el presente su utopía, los signos de los tiempos, y así ya la utopía ya va
adelante pero muy arraigada en la memoria, en la historia que ha recibido,
discernida en el presente, maestros de discernimiento necesitamos para los
jóvenes, y ya proyectada hacia el futuro. Entonces la emergencia educativa ya
tiene un cauce allí para moverse desde lo más propio del joven que es la
utopía.
De ahí la insistencia,
que por ahí me escuchan a mí, del encuentro de los viejos y los jóvenes, ¿no?
El icono de la Presentación de Jesús en el Templo, ¿no? O sea, el encuentro de
los jóvenes con los abuelos es clave. Me decían algunos obispos de algunos países
en crisis que donde hay una grande desocupación de jóvenes, que parte de la
solución de los jóvenes está en que le dan de comer los abuelos. O sea, se
vuelven a encontrar con los abuelos: Los abuelos tienen la pensión y salen de
la casa de reposo, vuelven a la familia y además le traen esa memoria, ese
encuentro.
Yo me acuerdo de una
película que vi hace 25 años, más o menos de Fury Shaw, este japonés, este
famoso director japonés, que es muy sencilla, una familia, dos chicos, papá y
mamá. Papá y mamá se iban a hacer una gira por los Estados Unidos y les dejaron
los chicos a la abuela. Chicos japoneses de coca-cola, hot-dog, o sea, de una
cultura de ese tipo, ¿no? Y todo el film está en cómo esos chicos empiezan a
escuchar lo que les cuenta la abuela, de la memoria de su pueblo. Cuando los
padres vuelven, los desubicados son los padres, fuera de la memoria. Los chicos
la habían recibido de los abuelos. Este fenómeno del encuentro de los chicos y
los abuelos ha conservado la fe en los países del Este durante toda la época
comunista, porque los padres no podrían ir a la Iglesia. Y me decían, (me estoy
confundiendo… pero en estos días estuvieron, no se si los obispos búlgaros o de
Albania, los que estuvieron ahí), me decían que las iglesias de ellos están
llenos de viejos y de jóvenes. Los papás no van porque nunca se encontraron con
Jesús ¿no? El encuentro de los chicos con los abuelos es clave para recibir la
memoria de un pueblo y el discernimiento en el presente. Maestros de
discernimiento, consejeros espirituales. Y aquí es importante para la
transmisión de la fe de los jóvenes, el apostolado cuerpo a cuerpo. O sea, el
discernimiento en el presente no se puede hacer sin un buen confesor, un buen
director espiritual que se anime a aburrirse horas y horas escuchando a los
jóvenes. Entonces, memoria del pasado discernimiento del presente, utopía del
futuro. En ese esquema va creciendo la fe de un joven.
Tercero que diría como
emergencia educativa es esta transmisión de la fe y también de la cultura, es
el problema de la cultura del descarte. Hoy día, por la economía que se ha
implantado en el mundo, bueno, en el centro está el dios dinero y no la persona
humana, y todo lo demás se ordena, y lo que no cabe en ese orden, se descarta,
¿no? Y se descartan los chicos que sobran, que molestan o que no conviene que
vengan. Los obispos españoles me decían recién la cantidad de abortos, ¡el
número! ¡Yo me quedé helado! ¿no? Ellos tienen ahí los censos de eso, más o
menos…
Se descartan los
viejos, ¿no? tienden a descartar. En algunos países de América Latina hay
eutanasia encubierta, ¡hay eutanasia encubierta! Porque las obras sociales
pagan hasta acá, no más, y los pobres viejitos, ¡como puedan! Recuerdo haber
visitado un hogar de ancianos en Buenos Aires, del Estado, donde estaban las
camas llenas, y como no había más camas, ponían colchones en el suelo, y
estaban los viejitos ahí… ¡¿un país no puede comprar una cama?! ¡Eso indica
otra cosa! ¿No?... pero son material de descarte: sábanas sucias, con todo tipo
de suciedad, sin servilletas, los viejitos comían ahí, se limpiaban la boca con
la sábana… eso lo vi yo, no me lo contó nadie. Son material de descarte, pero
eso se nos mete adentro…
Y acá caigo en lo de
los jóvenes: Hoy día como molesta a este sistema económico mundial la cantidad
de jóvenes que hay que darle fuente de trabajo, el porcentaje alto de
desocupación de los jóvenes. Si estamos teniendo una generación de jóvenes que
no tienen la experiencia de la dignidad. No que no comen, porque le dan de
comer los abuelos, o la parroquia, o la sociedad de fomento, o el Ejército de
la salvación, o el club del barrio… el pan lo come, pero no la dignidad de
ganarse el pan y llevarlo a casa. Hoy día los jóvenes entran en esta gama de
material de descarte. Entonces, dentro de la cultura del descarte, miremos a
los jóvenes que nos necesitan más que nunca. No sólo por esa utopía que tiene,
porque el joven está sin trabajo, tiene anestesiada la utopía, la estuvo a
punto de perder. No sólo por él, sino por la urgencia de transmitir la fe a una
juventud que hoy día es material de descarte también.
Y dentro de este ítem
de material de descarte, el avance de la droga sobre la juventud. No es
solamente un problema de vicio. Las adicciones son muchas, como todo cambio de
época, se dan fenómenos raros entre los cuales está la proliferación de las
adicciones, ¿no? La ludopatía ha llegado a niveles sumamente altos, pero la
droga es el instrumento de muerte de los jóvenes. Hay todo un armamento mundial
de droga que está destruyendo esta banda, esta generación de jóvenes que están
destinados al descarte.
Esto es lo que se me
ocurrió decir, compartir, ¿no? Primero como estructura educativa, transmitir
contenidos, hábitos y valoraciones. Segundo la utopía del joven, relacionarla y
armonizarla con la memoria y el discernimiento. Tercero la cultura del descarte
como uno de los fenómenos más graves que está sufriendo nuestra juventud,
sobretodo por el uso que de esa juventud puede hacer y está haciendo la droga
para destruirla. Estamos descartando nuestros jóvenes.
¿El futuro cuál es?
Sale por una obligación: la Traditio fidei es también Traditio spe y la tenemos
que dar.
La pregunta final que
quisiera dejarles es: Cuando la utopía cae en el desencanto, ¿cuál es nuestro
aporte? La utopía de un joven entusiasta, hoy día está resbalando hacia el
desencanto. Jóvenes desencantados a los cuales hay que darles fe y esperanza.
Les agradezco de todo
corazón el trabajo de ustedes, de estos días, para salir al frente de esta
emergencia educativa, y bueno, ¡sigan adelante! ¡Necesitamos ayudarnos en esto,
en todo esto, en las conclusiones de ustedes y todo lo que podemos hacer!
¡Muchas gracias!
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