«Si guardáis mis
mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los
mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor» (Jn 15, 10).
Estas palabras están
tomadas del largo discurso, referido en el cuarto Evangelio (cf. Jn 13, 31 -
17, 26), que Jesús dirigió a sus apóstoles después de la última cena. En él
ilustra que el guardar sus mandamientos nos hace permanecer en el amor. Remiten
a un versículo anterior en el que Jesús dice a sus apóstoles: «Si me amáis,
guardaréis mis mandamientos» (Jn 14, 15).
Así se cierra un
círculo entre el amor a Jesús y el guardar sus mandamientos. El amor a Jesús
nos estimula a vivir cada vez más fielmente su palabra; al mismo tiempo, el
vivir la palabra de Jesús nos lleva a permanecer y por tanto nos hace crecer
cada vez más en el amor a Él.
«Si guardáis mis
mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los
mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor».
Permanecer en su amor.
¿Qué quiere decir Jesús con esta expresión?
Sin duda quiere decir
que el guardar sus mandamientos es el signo, la prueba de que somos verdaderos
amigos suyos; es la condición para que también Jesús nos corresponda y nos
asegure su amistad. Pero parece querer decir también otra cosa: que la
observancia de sus mandamientos establece en nosotros ese amor que es propio de
Jesús. Nos comunica el mismo modo de amar que vemos en toda su vida terrena: un
amor que hacía de Jesús un todo con el Padre y al mismo tiempo lo urgía a
identificarse y a ser un todo con cada uno de sus hermanos, especialmente los
más pequeños, los más débiles, los más marginados.
El amor de Jesús sanaba
cualquier herida del alma y del cuerpo, daba la paz y la alegría a los
corazones, superaba las divisiones y reconstruía la fraternidad y la unidad
entre todos.
Si ponemos en práctica
su palabra, Jesús vivirá en nosotros y hará también de nosotros instrumentos de
su amor.
«Si guardáis mis
mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos
de mi Padre y permanezco en su amor».
¿Cómo vivir entonces la
Palabra de este mes? Teniendo presente y apuntando con decisión al objetivo que
nos propone: una vida cristiana que no se contente con una mínima observancia
de los mandamientos, fría y externa, sino llena de generosidad. Los santos
actuaron así, y son la palabra de Dios viva.
En este mes tomemos una
Palabra suya, un mandamiento suyo, y tratemos de traducido en vida.
Además, ya que el
mandamiento nuevo de Jesús («Amaos unos a otros como yo os he amado», cf. Jn
15, 12) es en cierto modo el núcleo, la síntesis de todas las palabras de
Jesús, vivámoslo con total radicalidad.
Chiara Lubich
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