Queridos hermanos y hermanas:
Cuando recitamos el 'Credo', decimos que la Iglesia es 'una' y 'santa', aunque
sabemos por experiencia que también está compuesta de pecadores y que no faltan
divisiones. Jesús, antes de su Pasión, pidió por la unidad de sus discípulos:
'que todos sean uno'. Nos confía así su deseo de que la unidad sea una de las
notas características de nuestra comunidad. Los pecados contra la unidad no son
sólo los cismas, sino también las cizañas más comunes de nuestras comunidades:
envidias, celos, antipatías… Esto es
humano, pero no es cristiano. En una comunidad cristiana, la división es uno de
los pecados más graves, porque no permite que Dios actúe. Es el diablo el que
separa, destruye las relaciones, siembra prejuicios. Lo que Dios quiere es que
seamos acogedores, que nos perdonemos y nos amemos para parecernos cada vez más
a Él, que es comunión y amor. En esto consiste la santidad de la Iglesia: en
reproducir la imagen de Dios, rico en misericordia y gracia.
Papa Francisco
“Catequesis sobre la Iglesia” 27.08.2014
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