Del 28 al 30 de noviembre
pasados, miembros del Equipo de Pastoral Familiar de nuestra Diócesis han
participado en las XXXIII JORNADAS DE DELEGADOS DE PASTORAL FAMILIA Y
MOVIMIENTOS Y ASOCIACIONES FAMILIARES que este año han tratado sobre el
reciente Sínodo Extraordinario de los Obispos sobre la Familia, con el título
de LOS DESAFIOS PASTORALES SOBRE LA FAMILIA EN EL CONTEXTO DE LA NUEVA
EVANGELIZACIÓN. Las Jornadas se han celebrado en la Residencia Fray Luis de
León de Guadarrama y han sido unos días dedicados a profundizar y reflexionar
sobre los temas abordados en el Sínodo, como muchos momentos para compartir
nuestras experiencias e inquietudes.
Presididas por Monseñor D. Mario Iceta, Presidente de la Subcomisión para la Familia y Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal Española, ha contado también con la presencia del Presidente del Pontificio Consejo para la Familia Monseñor D. Vincenzo Paglia y Monseñor D. Fernando Sebastián, también han participado como ponentes, D. Alfonso Fernández Benito (Profesor del Instituto Superior de Estudios Teológicos San Idelfonso de Sevilla), Dª María Lacalle Noriega (Profesora titular de Filosofía del Derecho y Directora del Centro de Estudios para la Familia de la Universidad Francisco de Vitoria) y D. Juan José Perez-Soba y Diéz del Corral (Profesor de Teología Moral y de Pastoral Familiar en el Pontificio Instituto Juan Pablo II de Roma). En las Jornadas también ha participado Monseñor D. Carlos Simón del Pontificio Consejo para la Familia, que ha presentado el VIII Encuentro Mundial de las Familias que se celebrará en septiembre de 2015 en Filadelfia.
Han sido unos días en los
que, como recomendaba el Papa Francisco a los Padres Sinodales, hemos podido
hablar con libertad y escuchado con humildad, quizás desde el principio una
idea eje ha sido como la Iglesia “tiene que decir lo que tiene que decir, pero
tiene que hacerlo bien”. Insistía D. Fernando en su ponencia “”Un Sínodo para
la familia” de cómo no debemos de huir del problema, que existe, sino que
tenemos que revisar y reconstruir nuestra Pastoral Familiar, no es una cuestión
doctrinal, sino que es sobre todo Pastoral, cómo llegar a nuestros
contemporáneos para presentarles la belleza de la familia fundamentada en el
Amor que Cristo trajo a la tierra desde el seno de la Trinidad. Tenemos entre
nosotros al mejor aliado: a Cristo y el mejor instrumento: El Evangelio de la
Familia y la Vida.
La ponencia de D. Alfonso
Fernández “Apertura a la vida y responsabilidad educativa, en el sínodo sobre
la familia”. Partiendo del contexto y los desafíos actuales sobre la familia
entre los que hizo hincapié a la apertura
al don de la vida humana, la responsabilidad educativa y la educación
afectiva, es necesario centrar la mirada en Cristo y en el Evangelio de la
Familia. Nos invitaba para poder proponer la belleza y verdad del Evangelio de
la familia y del don de la vida, partir de una profunda reflexión del
magisterio de la Iglesia, muy necesaria
para todos los agentes pastorales. En cuanto a las perspectivas pastorales que
supone el “actuar”, partió de cómo la familia más que como sujeto “paciente” tiene
que pasar a ser “sujeto agente” de la acción pastoral. Fundamental la
preparación de los novios y el acompañamiento de los matrimonios, la necesidad
de volver a contemplar a los hijos como prolongación del amor conyugal, solo la
apertura a la vida puede frenar la caída de la natalidad. Nos decía como
conclusión que “el camino sinodal sobre la familia no ha hecho nada más que
empezar”.
La ponencia de Dª María
Lacalle, trató el tema de cómo “Comunicar el Evangelio de la Familia hoy”.
Partió de la idea de que “para abordar de manera eficaz una renovación de la
pastoral familiar es preciso conocer bien el punto de partida, la realidad
sobre la que hay que actuar. En este sentido puede ser útil que nos
preguntemos: ¿cuáles son las principales dificultades en la acogida del
Evangelio de la familia hoy?”. Recogía tres: la secularización, en la que
impera cada vez más una cultura alejada del Evangelio; un desconocimiento de
las enseñanzas de la Iglesia, por lo que se rechaza algo que ni siquiera se
conoce; y la falta de una adecuada preparación de muchos sacerdotes, que
faciliten el acompañamiento espiritual de las familias, especialmente en las
cuestiones controvertidas. Solo desde un análisis profundo de estas
dificultades, se pueden formular propuestas concretas que puedan mejorar la
Pastoral Familiar, logrando así una buena comunicación del Evangelio de la
Familia. Al final siempre se concluye con una realidad “Dios es el centro de la
familia”, Dios es la respuesta a todas las dificultades. Es necesario emprender
una tarea de “reevangelización” con la seguridad de que “Dios si puede”.
La tarde del sábado concluyó
con la ponencia de D. Juan José Pérez-Soba: “La familia, camino de la Iglesia
en la perspectiva del Sínodo de los Obispos”. Solo de la convicción de que el
amor todo lo puede, sólo desde la creencia en el Amor “de verdad” se puede
hablar de evangelización. Solo desde el amor, se puede hacer el camino de la “Nueva Evangelización” y
sólo desde esta dimensión se puede entender el reciente sínodo. Es el amor la
luz necesaria para establecer un diálogo que pueda desenmascar la ideología
dominante que lo impregna todo. Se detuvo en las interferencias y dificultades
del Sínodo, un Sínodo de los medios que a veces ha estado influido por
presiones ideológicas, en medio de un ámbito emotivista y una mayor necesidad
de comunión. Terminaba haciendo una llamada para este camino sinodal que se abre delante, en el que se tiene que
tener en cuenta la importancia de los matrimonios y que se tiene que hacer en
un ambiente de libertad y venciendo la
tentación de perder la realidad, es necesario hablar al corazón de las
personas.
La ponencia conclusiva estuvo
a cargo de Mons. Paglia “El Evangelio de la Familia después de la Asamblea del
Sínodo Extraordinario” a través de la “Relatio Synodi”, que siguiendo también
el esquema de “ver, juzgar y actuar”. Nos invitaba a levantar la mirada, no
dejarnos desanimar por la realidad de la que partimos que nos impida ver como
la familia, verdadero agente del Sínodo, partiendo de su vocación al amor,
tiene que descubrir esta llamada a crear y a cuidar todas las relaciones a
partir de las cuales se construye el mundo. Nos invitaba a pasar la línea roja
que nos separan del resto de las familias: Dios es para todos. Salir del
“familiarismo” (entendido como estar encerrados en nosotros mismos) hasta
llegar a la “familia de los pueblos”. Crear el espíritu de familia, la Iglesia
tiene que sentirse familia. Redescubrir las relaciones ente la familia y la
comunidad cristiana, el Sínodo tiene que propiciar una “nueva primavera de las
familias cristianas”. Las familias estamos llamadas a vivir por las familias.
Bello ejemplo, cuando nos animaba a que “las noventa y nueve ovejas tienen que
acompañar al Pastor que va en busca de la oveja perdida”.
Las familias tenemos que
encontrar nuestra vocación misionera.
Para nosotros, volviendo a
Granada, sentíamos que “la familia nos importa”, ese tiene que ser nuestro lema
para este curso, para las actividades que tenemos delante. Animarnos unos a
otros y repetirnos “La familia nos importa”. Animarnos a dar nuestro tiempo a
las familias, vivir para ellas, aprender a sostenernos recíprocamente. Las
familias tienen que saber y sentir a través de la acogida de la Iglesia, que
“Dios las ama inmensamente”. A las cuestiones antropológicas: tenemos al Hombre
entre nosotros. Al problema de las relaciones: tenemos el modelo entre
nosotros, “La Trinidad” modelo de relación.
No podemos dar respuestas, si nos nos preguntamos ¿qué le pasa al hombre de hoy?. Y este es un problema que afecta a todos, en el está el futuro de la Iglesia y de la humanidad. Para nosotros cristianos es un camino de santidad, de acercamiento a Dios a través de los sacramentos, y con El, poder abrazar junto a otras familias, a todas las familias del mundo.
No podemos dar respuestas, si nos nos preguntamos ¿qué le pasa al hombre de hoy?. Y este es un problema que afecta a todos, en el está el futuro de la Iglesia y de la humanidad. Para nosotros cristianos es un camino de santidad, de acercamiento a Dios a través de los sacramentos, y con El, poder abrazar junto a otras familias, a todas las familias del mundo.
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