Encendemos la cuarta vela de nuestra corona. Cada vez
sentimos más como el alma nos arde por la Navidad que se acerca, vivimos esta
semana intensificando la fe.
23 de diciembre de 2012Primera Lectura: Miqueas 5, 1- 4ª. " De ti saldrá el Jefe de Israel"
Salmo Responsorial: 79. "Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve"
Segunda Lectura: Hechos 10, 5- 10." Aquí estoy para hacer tu voluntad"
Evangelio: Lucas 1,39- 45. "¿ Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? "
RELATO: EL SUEÑO DE LA VIRGEN MARIA
José, anoche tuve un sueño muy extraño, como una pesadilla.
La verdad es que no lo entiendo. Se trataba de una fiesta de cumpleaños de
nuestro Hijo.
La familia se había estado preparando por semanas decorando
su casa. Se apresuraban de tienda en tienda comprando toda clase de regalos.
Parece que toda la ciudad estaba en en lo mismo porque todas las tiendas
estaban abarrotadas. Pero algo me extrañó mucho: ninguno de los regalos era
para nuestro Hijo.
Envolvieron los regalos en papeles lindísimos y les
pusieron cintas y lazos muy bellos. Entonces los pusieron bajo un árbol. Si, un
árbol, José, ahí mismo dentro de su casa. También decoraron el árbol; las ramas
estaban llenas de bolas de colores y ornamentos brillantes. Había una figura en
el tope del árbol. Parecía un angelito. Estaba precioso.
Por fin, el día del cumpleaños de nuestro Hijo llegó. Todos
reían y parecían estar muy felices con los regalos que daban y recibían. Pero
fíjate José, no le dieron nada a nuestro Hijo. Yo creo que ni siquiera lo
conocían. En ningún momento mencionaron su nombre. ¿No te parece raro, José,
que la gente pase tanto trabajo para celebrar el cumpleaños de alguien que ni
siquiera conocen? Me parecía que Jesús se habría sentido como un intruso si
hubiera asistido a su propia fiesta de cumpleaños.
Todo estaba precioso, José y todo el mundo estaba tan
feliz, pero todo se quedó en las apariencias, en el gusto de los regalos. Me
daban ganas de llorar que esa familia no conocía a Jesús. ¡Qué tristeza tan
grande para Jesús - no ser invitado a Su propia fiesta! Estoy tan contenta de
que todo era un sueño, José. ¡Qué terrible si ese sueño fuera realidad!
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