En
la celebración del Jubileo de las Familias, el Santo Padre explicó este
domingo que la vida familiar es un conjunto de pequeñas y grandes
peregrinaciones.
FUENTE
ZENIT.
El papa Francisco presidió este domingo --a
las 10 de la mañana-- la Misa por la fiesta de la Sagrada Familia y el
Jubileo de las Familias. “No perdamos la
confianza en la familia. Es hermoso abrir siempre el corazón unos a otros, sin
ocultar nada. Donde hay amor, allí hay también comprensión y perdón”. Esta
fue la idea central del Pontífice durante la homilía que pronunció en la
basílica de San Pedro.
Frente a muchas familias romanas y numerosos
peregrinos venidos de diferentes países, el Santo Padre afirmó que “tenemos un
itinerario común que recorrer; un camino donde nos encontramos con
dificultades, pero también con momentos de alegría y de
consuelo”. “Podemos decir que la vida de la familia es un conjunto de
pequeñas y grandes peregrinaciones”, destacó.
Así, Francisco preguntó a los presentes:
“¿Qué puede ser más bello para un padre y una madre que bendecir a sus hijos al
comienzo de la jornada y cuando concluye?”. “Hacer en su frente la señal
de la cruz como el día del Bautismo”, dijo. “¿No es esta la oración más
sencilla de los padres para con sus hijos?”, prosiguió. “Bendecirlos, es
decir, encomendarles al Señor, --como hicieron Elcaná y Ana, José y María--
para que sea él su protección y su apoyo en los distintos momentos del día”,
insistió.
“Qué importante es para nuestras familias
peregrinar juntos, caminar juntos para alcanzar una misma meta”,
aseguró. “Qué importante es para la familia encontrarse también en un
breve momento de oración antes de comer juntos, para dar las gracias al Señor por
estos dones, y para aprender a compartir lo que hemos recibido con quien más lo
necesita”, añadió.
“Son pequeños gestos que, sin embargo,
expresan el gran papel formativo que la familia desempeña en la peregrinación
de todos los días”, explicó. “Os encomiendo a vosotras, queridas familias,
esta peregrinación doméstica de todos los días, esta misión tan importante, de
la que el mundo y la Iglesia tienen más necesidad que nunca”, subrayó.
Al término de sus palabras, el Papa pidió “que en este Año de la Misericordia, toda
familia cristiana sea un lugar privilegiado de esta peregrinación en el que se
experimenta la alegría del perdón”. “El perdón --indicó-- es la esencia del
amor, que sabe comprender el error y poner remedio”. “Pobres de nosotros, si
Dios no nos perdonase”, enfatizó. “En el seno de la familia es donde se nos
educa al perdón, porque se tiene la certeza de ser comprendidos y apoyados no
obstante los errores que se puedan cometer”, concluyó.
Se trató de una celebración muy
familiar, ya que había muchos niños pequeños durmiendo en brazos de sus
padres o sus madres y se pudieron escuchar algunos lloros ocasionales.
Además, cabe destacar la hermosa
decoración floral en torno al altar y el acompañamiento musical del coro
de la Capilla Sixtina. Como en otros grandes eventos jubilares, las
lecturas y las ofrendas corrieron a cargo de los participantes en la
Eucaristía.
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