Son muchas las tradiciones que nos han llegado hasta nosotros sobre el
nacimiento y el rezo del Rosario, muchas las costumbres de cómo y cuándo
rezarlo. A veces, solo sentirlo en el bolsillo consuela, tenerlo en un lugar
visible de la casa, guardarlo bajo la almohada…
Mucho se ha escrito sobre el Santo Rosario y seguro que mucho se
escribirá.
Estos días circula, sobre todo por el wasap, la recomendación de una
bella tradición, que nosotros no habíamos oído. No somos amigos de recomendar
este tipo de cosas. Creemos en la eficacia de la oración y por experiencia
conocemos y hemos recorrido un camino seguro que nos lleva a Dios: “el amor”.
En eso podemos coincidir todos, Él nos recomendó como seguirlo.
Hoy recomendamos rezar el Rosario en Familia en el Santuario de la
Virgen de Fátima, en la Lancha de Cenes.
Lo organizan Hogares Nuevos Obra de Cristo. Lo hacen de una manera
bella, toda la familia, y precisamente los protagonistas son los más pequeños,
que nos cuentan cómo surgió esta bella oración. Si podéis, no dejéis de
asistir. Después se participa en la Eucaristía. Y terminan con la mesa de la
merienda, con el típico “traje”: yo traje unas magdalenas, pues yo traje un
bizcocho, unos refrescos…
Pero volviendo a la historia del Santo Rosario, y esto es lo que
circula por la red: “Guarda un Rosario, aunque sea de los pequeños, debajo de
la almohada”.
Pero vamos a esta hermosa historia....
UN BELLO RELATO SOBRE EL SANTO ROSARIO.
Yo siempre me preguntaba ¿A quién se le habrá ocurrido repetir las Aves Marías tantas veces? ¿Qué sentido tiene?, etc.
Ahora se comprende y cada vez que lo recen, cada Ave María es una
preciosa rosa para la Virgen. Estoy seguro de que todos conocemos esta bella
oración que es el Santo Rosario.
Una leyenda cuenta que un Hermano Lego (que no era sacerdote) de la Orden de los Dominicos, no sabía leer ni escribir, por lo que no podía leer los Salmos, como era la costumbre en los conventos de la época.
Una leyenda cuenta que un Hermano Lego (que no era sacerdote) de la Orden de los Dominicos, no sabía leer ni escribir, por lo que no podía leer los Salmos, como era la costumbre en los conventos de la época.
Entonces, cuando terminaba sus labores por la noche (él era el portero,
el barrendero, el hortelano, etc...) se iba a la capilla del convento y se
hincaba frente a la imagen de la Virgen María, y recitaba 150 avemarías (el
número de los salmos), luego se retiraba a su celda a dormir.
Por la mañana, de madrugada, se levantaba antes que todos sus hermanos y se dirigía a la capilla para repetir su costumbre de saludar a la Virgen.
Por la mañana, de madrugada, se levantaba antes que todos sus hermanos y se dirigía a la capilla para repetir su costumbre de saludar a la Virgen.
El Hermano Superior notaba que todos los días, cuando él llegaba a la
capilla para celebrar las oraciones de la mañana con todos los monjes, había un
exquisito olor a rosas recién cortadas y le dio curiosidad,por lo que preguntó
a todos quién se encargaba de adornar el altar de la Virgen tan bellamente, a
lo que la respuesta fue que ninguno lo hacía, y los rosales del jardín no se
notaban faltos de sus flores.
El Hermano lego enfermó de gravedad; los demás monjes notaron que el
altar de la Virgen no tenía las rosas acostumbradas, y dedujeron que era el
Hermano quien ponía las rosas. ¿Pero cómo?
Nadie le había visto jamás salir del convento, ni tampoco sabían que comprara las bellas rosas.
Una mañana les extrañó que el se había levantado, pero no lo hallaban por ninguna parte.
Al fin, se reunieron en la capilla, y cada monje que entraba se asombraba, pues el hermano lego estaba arrodillado frente a la imagen de la Virgen, recitando extasiado sus avemarías, y a cada una que dirigía a la Señora, una rosa aparecía en los floreros.
Nadie le había visto jamás salir del convento, ni tampoco sabían que comprara las bellas rosas.
Una mañana les extrañó que el se había levantado, pero no lo hallaban por ninguna parte.
Al fin, se reunieron en la capilla, y cada monje que entraba se asombraba, pues el hermano lego estaba arrodillado frente a la imagen de la Virgen, recitando extasiado sus avemarías, y a cada una que dirigía a la Señora, una rosa aparecía en los floreros.
Así al terminar sus 150 saludos, cayó muerto a los pies de la Virgen.
Con el correr de los años, Santo Domingo de Guzmán, (se dice que por
revelación de la Santísima Virgen); dividió las 150 avemarías en tres grupos de
50, y los asoció a la meditación de la Biblia: Los Misterios Gozosos, los
Misterios Dolorosos y los Misterios Gloriosos, a los cuales San Juan Pablo II
le añadió los Misterios Luminosos.
Y hasta aquí el relato, ¿verdad qué es simpático?
Aprovecharemos estos días para conocer más a fondo
este bella oración, y reeditaremos las entradas del Rosario por la Vida meditado
con Igino Giordani publicado en este Blog con motivo de la visita del Icono de
la Virgen de Czestochowa a Granada a comienzos de 2013.
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