“EL ADVIENTO ES TIEMPO DE ALEGRÍA PORQUE NOS HACE REVIVIR LA ESPERA DEL ACONTECIMIENTO MÁS ALEGRE DE LA HISTORIA: EL NACIMIENTO DEL HIJO DE DIOS DE LA VIRGEN MARÍA". Saber que Dios no está lejos sino cerca, que no es indiferente sino compasivo, que no es un extraño sino un Padre misericordioso que nos sigue con amor respetando nuestra libertad: todo esto es motivo de gozo profundo que las peripecias cotidianas no pueden empañar.
La característica inconfundible de la alegría cristiana es que puede convivir con el sufrimiento porque se basa en el amor. Efectivamente, el Señor que está cerca de nosotros hasta el punto de hacerse hombre, nos infunde su alegría, la alegría de amar. Sólo así se entiende la serena alegría de los mártires en medio de los suplicios, o la sonrisa de los santos de la caridad frente a los que sufren: una sonrisa que no ofende sino que consuela”.
La característica inconfundible de la alegría cristiana es que puede convivir con el sufrimiento porque se basa en el amor. Efectivamente, el Señor que está cerca de nosotros hasta el punto de hacerse hombre, nos infunde su alegría, la alegría de amar. Sólo así se entiende la serena alegría de los mártires en medio de los suplicios, o la sonrisa de los santos de la caridad frente a los que sufren: una sonrisa que no ofende sino que consuela”.
(JUAN PABLO II, Ángelus del domingo “gaudete”, 14-XII-2003)