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jueves, 31 de octubre de 2013
CONOCER GRANADA EN FAMILIA: DEL MAUROR A LA ALMANZORA.
SEXTO PASEO
“Descubriendo Granada:
del Mauror a la Almanzora”.
El domingo 3 de noviembre vamos a realizar nuestro sexto paseo por
Granada, en esta ocasión por una zona poco conocida de nuestra ciudad, la zona
que de Torres Bermejas que baja hacia el centro de Granada buscando Plaza Nueva
y la falda de la ladera de la Alhambra hacia el río Darro.
Comenzaremos en la Plaza del Padre Suarez, y desde allí nos perderemos
por un laberinto de callejuelas estrechas y tan empinadas que muchas veces se
convertirán en escaleras, donde nos sorprenderán bellos y olvidados cármenes
que nos harán retroceder en el tiempo. Después cruzaremos la Cuesta de Gomérez
para adentrarnos en el pequeño barrio de la Almanzora y descubrir uno de los
miradores más recoletos y escondidos de la ciudad, desde el que podremos
contemplar unas espectaculares vistas del Albaicín. El paseo lo terminaremos dejándonos
“caer” sobre el río Darro, a la altura de Plaza Nueva.
Día: domingo 3 de noviembre
de 2013.
Hora: A las 10:30 en la Plaza
de Mariana Pineda, en el centro de la Plaza, junto a la estatua de Mariana,
desde allí nos iremos a la Plaza del Padre Suarez, desde donde iniciaremos
nuestro paseo, allí podemos encontrarnos con los que le pille más cerca, esta
zona.
Recomendaciones: Calzado cómodo (no solo
porque tendremos que andar, sino por el tipo de piso). Una cámara de fotos… (y
si alguien llevara algo para compartir en el mirador, sería el no va más).
Itinerario: Más o menos será Plaza
de la Mariana, San Matías, Plaza del Padre Suarez, Pavaneras, Pañera.... Cuesta de Gomérez, Placeta de la Miga,
Almanzora Alta, para terminar en el Mirador de la Almazora.
Contacto: Es conveniente saber
aproximadamente el número de personas que nos podemos juntar, para organizarnos
y ver cómo hacer (el grupo no puede ser muy numeroso). Se puede invitar a
amigos, quién esté interesado en participar puede comunicarlo a la cuenta de la
Comunidad:
comunidadfocolaresgranada@gmail.com
comunidadfocolaresgranada@gmail.com
EL PRÓXIMO SÍNODO SOBRE LA FAMILIA SERÁ UNA PASTORAL EN POSITIVO
Preparación de los jóvenes al matrimonio y una pastoral para los ya casados
y para los divorciados. También mejorar los tribunales eclesiásticos
La próxima Asamblea Extraordinaria del
Sínodo de Obispos que se celebrará del 5 al 19 de octubre de 2014 en Roma,
sobre la familia, pondrá en foco sea la preparación de los jóvenes que quieren
casarse, que el acompañamiento de los nuevos matrimonios, y también una mejor
estructuración de los tribunales eclesiásticos.
Esos serán temas centrales,
consideró hoy el sacerdote Héctor Francheschi, profesor de derecho
canónico y matrimonial de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en
un desayuno de trabajo que se realizó con algunos periodistas que cursaron
actualizaciones en dicha universidad romana.
“Un
sistema sanitario que solamente tuviera unidades de terapia intensiva sería
desastroso, porque ante todo lo que se necesita es la prevención” dijo. Con
este ejemplo el profesor ilustró el desafío actual de la Iglesia por lo que se
refiere al matrimonio y a los casos de separados y vueltos a casar.
Porque el problema “no es solamente que
los matrimonios nulos puedan ser declarado tales, sino sobre todo la debida
preparación al matrimonio para que duren”. Por ello será importante, precisó,
una pastoral que prevea el acompañamiento de las parejas jóvenes. Añadió que
además es importante implementar una pastoral post-matrimonial, no dejar solos
a los matrimonios jóvenes y para ello es necesario que se cuente también con la
ayuda de parejas que tengan experiencia”.
El profesor consideró que otro tema del
sínodo será también estructurar mejor los tribunales eclesiásticos, de manera
que quienes hayan tenido un matrimonio que no haya sido válido, puedan
certificar la nulidad del mismo.
Reiteró además que “el divorciado o
separado y vuelto a casar, no está fuera de la Iglesia, es verdad que no puede
comulgar, pero es parte de Ella y puede ir a misa, debe rezar,
etc”. Reconoció que sobre esto es necesario superar dificultades, como en
una ciudad pequeña en donde si una persona se acerca a la misa, quienes saben
que está en situación irregular pueden ser tentados de mirarlo mal, 'porque
pecador'.
Ante diversos artículos que aparecieron
indicando que la Iglesia permitiría a los divorciados acercarse a los
sacramentos, reiteró que no por caso el diario El Osservatorio Romano ha
publicado el artículo del prefecto de la Congregación de la doctrina de la fe,
Mons. Gerhard Mueller, en donde el tema es debidamente puntualizado.
“Es
un problema de fidelidad a Jesucristo” dijo el sacerdote español Franceschi y recordó
que la tentación existía también al inicio de la Iglesia y que entonces hubiera
sido más fácil adaptarse a los tiempos, a los romanos o a los judíos, quienes
aceptaban el divorcio o repudio.
El profesor reiteró que la nulidad es un
caso concreto y deben existir motivos que hacen pensar que nunca hubo un
verdadero matrimonio, que fue viciado desde su inicio. Y de la necesidad de
subordinar estos casos a los tribunales para que declaren la verdad.
Indicó que el legislador puede se
tentado de declarar nulo un matrimonio para resolverle la vida a una
persona, pero que si el juez no está seguro de la nulidad no lo puede
declararla. Reconoció que de un lado los procesos exigen demasiado tiempo y que
la celeridad es parte de la justicia. "No pueden durar 5 o 10 años",
dijo. Otros son demasiado veloces y afirmativos de la nulidad y por ello corren
el riesgo de producir un divorcio enmascarado. Es diverso anular que declarar
nulo precisó.
Añadió que el matrimonio no es solamente
un pacto de derechos y deberes, sino que es mucho más, es un don de sí mismo. Y
que la instrucción Dignitas Connubii del 2005, querida por Juan Pablo II, es un
manual para los tribunales de todo el mundo.
Ver también: "Los divorciados y vueltos a
casar civilmente, un verdadero desafío pastoral"
Sobre el artículo del prefecto de la Congregación para la Doctrina de la
Fe: El ideal de la fidelidad
matrimonial no ha perdido para nada su encanto
martes, 29 de octubre de 2013
PARA TI ¿QUÉ COSA ES LA ESPERANZA? EL PAPA FRANCISCO
La esperanza no es optimismo, sino “una
ardiente expectativa” hacia la revelación del Hijo de Dios. Lo dijo el Papa
Francisco en la Misa del martes en la Casa de Santa Marta. El Santo Padre
recalcó que los cristianos deben cuidarse de clericalismos y de actitudes
cómodas, ya que la esperanza cristiana es dinámica y da la vida.
¿Qué cosa es la esperanza para un
cristiano? El Obispo de Roma se inspiró en las palabras de San Pablo, en la
Primera Lectura, para resaltar la dimensión única de la esperanza cristiana. No
se trata de optimismo, advirtió el Pontífice, sino de “una ardiente
expectativa” dirigida hacia la revelación del Hijo de Dios. La creación
continuó diciendo el Papa, fue “sujetada a la caducidad” y el cristiano vive la
tensión entre la esperanza y la esclavitud. “La esperanza -agregó Francisco
haciéndose eco de las palabras de San Pablo- no decepciona, es segura”. Sin
embargo, reconoció “no es fácil entender la esperanza”. A veces, puntualizó el
Santo Padre, “pensamos que ser personas de esperanza signifique ser personas
optimistas”. Pero no es así :
“La esperanza no es el optimismo, no es aquella
capacidad de ver las cosas con buen ánimo y seguir adelante. No, eso es
optimismo, no es esperanza. Ni la esperanza es una actitud positiva frente a
las cosas. Esa gente brillante, positiva... Esto es bueno, ¡eh! pero hay
esperanza. No es fácil entender bien lo que es la esperanza. Se dice que es la
más humilde de las tres virtudes, porque está oculta en la vida. La fe se ve,
se siente, se sabe lo que es. La caridad se hace, se sabe lo que es. Pero, ¿qué
es la esperanza? ¿Qué es esa actitud de la esperanza? Para acercarnos un poco,
podemos decir primero que la esperanza es un riesgo, es una virtud arriesgada,
es una virtud, como dice San Pablo ‘de una ardiente expectativa hacia la
revelación del Hijo de Dios’. No es una ilusión”.
Tener esperanza, añadió el Pontífice, es justamente esto: “Estar en
tensión hacia esta revelación, hacia esta alegría que llenará nuestra boca de
sonrisas”. San Pablo, anotó luego el Papa- hace hincapié en que la esperanza no
es el optimismo, “es mucho más”. Es “otra cosa diferente”. Y los primeros
cristianos, recordó, “la representaban como un ancla: la esperanza era un
ancla, anclada en la orilla” del más allá. Y nuestra vida es justamente caminar
hacia esa ancla:
“Se me ocurre la pregunta, ¿dónde estamos anclamos nosotros, cada uno de nosotros? Estamos anclados allá en la orilla de aquel océano tan alejado o estamos anclados en una laguna artificial que hemos hecho nosotros, con nuestras normas, nuestros comportamientos, nuestros horarios, nuestros clericalismos, nuestras actitudes eclesiásticas… no eclesiales, ¿eh? ¿Estamos anclamos allí? Todos confortables y seguros, ¿eh? Aquella no es esperanza ¿Dónde está anclado mi corazón, allí en esta laguna artificial, con un comportamiento impecable de verdad ...”
San Pablo, agregó el Papa, indica otro ícono de la esperanza, aquel del
parto. “Estamos a la espera - observó - esto es un parto. Y la esperanza se
encuentra en esta dinámica”, de “dar vida”. Sin embargo, precisó Francisco, “la
primicia del Espíritu no se puede ver”. No obstante sé que “el Espíritu obra”.
Obra en nosotros “como si fuese un pequeño grano de mostaza, pero lleno de vida
dentro, de fuerza, que va adelante” hasta convertirse en árbol. El Espíritu
obra como la levadura. Así, resaltó el Santo Padre, “el espíritu trabaja: no se
ve, pero existe. Es una gracia que hay que pedir”:
“Una cosa es vivir en la
esperanza, porque en la esperanza estamos salvados y otra cosa es vivir como
buenos cristianos, nada más. Vivir a la espera de la revelación, o vivir bien
con los mandamientos; estar anclados en la orilla del más allá, o aparcados en
la laguna artificial. Pienso en María, una muchacha joven, cuando, después de
haber oído que era mamá ha cambiado su actitud y va, ayuda y canta ese cántico
de alabanza. Cuando una mujer se queda embarazada es mujer, pero no es solo
mujer: es madre. Y la esperanza tiene algo de esto. Nos cambia la actitud:
somos nosotros, pero no somos nosotros; somos nosotros, buscando allí, anclados
allí.”
El Papa Francisco concluyó su homilía
del martes, dirigiéndose a un grupo de sacerdotes mexicanos presentes en la
misa con motivo del vigésimo quinto aniversario de su ordenación. Pidan a la
Virgen, Madre de la esperanza, les dijo, que sus años “sean años de esperanza,
para vivir como sacerdotes de esperanza”, “dando esperanza”.
FRASE SOBRE LA VIDA DE PUBLIO SIRO
"Quien
sólo vive para sí, está muerto para los demás".
Publio Siro (Siglo
I AC-?) Poeta dramático romano
lunes, 28 de octubre de 2013
CURSO DE NOVIOS INTENSIVO EN ALMUÑECAR (GRANADA). NOVIEMBRE DE 2013.
Parroquia
de la Encarnación.
Almuñecar – Granada
Sábado
16 y domingo 17 de octubre de 2013
Para
más información llamar al telf. 958.630.646
HORARIO
Sábado: de 10 a 14 y de 16 a 19 h.
Domingo: de 10 a 14 (Eucaristía a las 13 h.)
Templo del Salvador,
Cristóbal Colón, 1
18690 - ALMUÑECAR (GRANADA)
HORARIO
Sábado: de 10 a 14 y de 16 a 19 h.
Domingo: de 10 a 14 (Eucaristía a las 13 h.)
Templo del Salvador,
Cristóbal Colón, 1
18690 - ALMUÑECAR (GRANADA)
domingo, 27 de octubre de 2013
MARÍA MADRE Y MODELO DE LA IGLESIA. PAPA FRANCISCO
El "sí" de María, ya perfecto al principio, creció hasta la
hora de la Cruz.
Allí su maternidad se ha extendido abrazando a cada uno de nosotros
1. Partamos desde el primer aspecto,
María como modelo de fe. ¿En qué sentido María es un modelo para la fe de la
Iglesia? Pensemos en quién fue la Virgen María: una joven judía, que esperaba
con todo el corazón la redención de su pueblo.
Pero en aquel corazón de joven hija de Israel, había un secreto que ella misma aún no lo sabía: en el designio del amor de Dios estaba destinada a convertirse en la Madre del Redentor. En la Anunciación, el mensajero de Dios la llama "llena de gracia" y le revela este proyecto. María responde "sí", y desde ese momento la fe de María recibe una nueva luz: se concentra en Jesús, el Hijo de Dios que se hizo carne en ella y en quien que se cumplen las promesas de toda la historia de la salvación. La fe de María es el cumplimiento de la fe de Israel, en ella realmente está reunido todo el camino, la vía de aquel pueblo que esperaba la redención, y en este sentido es el modelo de la fe de la Iglesia, que tiene como centro a Cristo, la encarnación del amor infinito de Dios.
Allí su maternidad se ha extendido abrazando a cada uno de nosotros
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos
días!
Continuando con la
catequesis sobre la Iglesia, hoy me gustaría mirar a María como imagen y modelo
de la Iglesia. Y lo hago recuperando una expresión del Concilio Vaticano II.
Dice la constitución Lumen gentium: "Como enseñaba san
Ambrosio, la Madre de Dios es una figura de la Iglesia en el orden de la fe, la
caridad y de la perfecta unión con Cristo» (n.63)
Pero en aquel corazón de joven hija de Israel, había un secreto que ella misma aún no lo sabía: en el designio del amor de Dios estaba destinada a convertirse en la Madre del Redentor. En la Anunciación, el mensajero de Dios la llama "llena de gracia" y le revela este proyecto. María responde "sí", y desde ese momento la fe de María recibe una nueva luz: se concentra en Jesús, el Hijo de Dios que se hizo carne en ella y en quien que se cumplen las promesas de toda la historia de la salvación. La fe de María es el cumplimiento de la fe de Israel, en ella realmente está reunido todo el camino, la vía de aquel pueblo que esperaba la redención, y en este sentido es el modelo de la fe de la Iglesia, que tiene como centro a Cristo, la encarnación del amor infinito de Dios.
¿Cómo ha vivido María esta fe? La vivió
en la sencillez de las miles de ocupaciones y preocupaciones cotidianas de cada
madre, en cómo ofrecer los alimentos, la ropa, la atención en el hogar... Esta
misma existencia normal de la Virgen fue el terreno donde se desarrolla una
relación singular y un diálogo profundo entre ella y Dios, entre ella y su
hijo. El "sí" de María, ya perfecto al principio, creció hasta la
hora de la Cruz. Allí, su maternidad se ha extendido abrazando a cada uno de
nosotros, nuestra vida, para guiarnos a su Hijo. María siempre ha vivido
inmersa en el misterio del Dios hecho hombre, como su primera y perfecta
discípula, meditando cada cosa en su corazón a la luz del Espíritu Santo, para
entender y poner en práctica toda la voluntad de Dios.
Podemos hacernos una pregunta: ¿nos
dejamos iluminar por la fe de María, que es Madre nuestra? ¿O la creemos
lejana, muy diferente a nosotros? En tiempos de dificultad, de prueba, de
oscuridad, la vemos a ella como un modelo de confianza en Dios, que quiere
siempre y solamente nuestro bien? Pensemos en ello, ¡tal vez nos hará bien
reencontrar a María como modelo y figura de la Iglesia por esta fe que ella
tenía!
2. Llegamos al segundo aspecto: María,
modelo de caridad. ¿De qué modo María es para la Iglesia ejemplo viviente del
amor? Pensemos en su disponibilidad hacia su prima Isabel. Visitándola, la
Virgen María no solo le llevó ayuda material, también eso, pero le llevó a
Jesús, quien ya vivía en su vientre. Llevar a Jesús en dicha casa significaba
llevar la alegría, la alegría plena. Isabel y Zacarías estaban contentos por el
embarazo que parecía imposible a su edad, pero es la joven María la que les
lleva el gozo pleno, aquel que viene de Jesús y del Espíritu Santo, y que se
expresa en la caridad gratuita, en el compartir, en el ayudarse, en el
comprenderse.
Nuestra Señora quiere traernos a todos
el gran regalo que es Jesús; y con Él nos trae su amor, su paz, su alegría.
Así, la Iglesia es como María, la Iglesia no es un negocio, no es un organismo
humanitario, la Iglesia no es una ONG, la Iglesia tiene que llevar a todos
hacia Cristo y su evangelio; no se ofrece a sí misma –así sea pequeña, grande,
fuerte o débil- la Iglesia lleva a Jesús y debe ser como María cuando fue a
visitar a Isabel. ¿Qué llevaba María? A Jesús. La Iglesia lleva a Jesús: ¡este
el centro de la Iglesia, llevar a Jesús! Si hipotéticamente, alguna vez
sucediera que la Iglesia no lleva a Jesús, ¡esta sería una Iglesia muerta! La
Iglesia debe llevar la caridad de Jesús, el amor de Jesús, la caridad de Jesús.
Hemos hablado de María, de Jesús. ¿Qué
pasa con nosotros? ¿Con nosotros que somos la Iglesia? ¿Cuál es el amor que
llevamos a los demás? Es el amor de Jesús que comparte, que perdona, que
acompaña, ¿o es un amor aguado, como se alarga al vino que parece agua?
¿Es un amor fuerte, o debil, al punto que busca las simpatías, que quiere
una contrapartida, un amor interesado?
Otra pregunta: ¿a Jesús le gusta el amor
interesado? No, no le gusta, porque el amor debe ser gratuito, como el suyo.
¿Cómo son las relaciones en nuestras parroquias, en nuestras comunidades? ¿Nos
tratamos unos a otros como hermanos y hermanas? ¿O nos juzgamos, hablamos mal
de los demás, cuidamos cada uno nuestro "patio trasero"? O nos cuidamos
unos a otros? ¡Estas son preguntas de la caridad!
3. Y un último punto brevemente: María,
modelo de unión con Cristo. La vida de la Virgen fue la vida de una mujer de su
pueblo: María rezaba, trabajaba, iba a la sinagoga... Pero cada acción se
realizaba siempre en perfecta unión con Jesús. Esta unión alcanza su culmen en
el Calvario: aquí María se une al Hijo en el martirio del corazón y en la
ofrenda de la vida al Padre para la salvación de la humanidad. Nuestra Madre ha
abrazado el dolor del Hijo y ha aceptado con Él la voluntad del Padre, en
aquella obediencia que da fruto, que trae la verdadera victoria sobre el mal y
sobre la muerte.
Es hermosa esta realidad que María nos
enseña: estar siempre unidos a Jesús. Podemos preguntarnos: ¿Nos acordamos de
Jesús sólo cuando algo está mal y tenemos una necesidad? ¿O tenemos una
relación constante, una profunda amistad, incluso cuando se trata de seguirlo
en el camino de la cruz?
Pidamos al Señor que nos dé su gracia,
su fuerza, para que en nuestra vida y en la vida de cada comunidad eclesial se
refleje el modelo de María, Madre de la Iglesia. ¡Que así sea!
FRASE SOBRE LA VIDA DE MADRE TERESA DE CALCUTA
participa en
él.
La vida es
demasiado preciosa;
no la
destruyas.
Madre Teresa de Calcuta (1910-1997)
SANTA MISA DE CLAUSURA DE LA PEREGRINACIÓN DE LAS FAMILIAS DEL MUNDO A ROMA EN EL AÑO DE LA FE.
HOMILÍA
DEL SANTO PADRE FRANCISCO EN LA MISA CONCLUSIVA.
Plaza de
San Pedro. Domingo 27 de octubre de 2013
Las lecturas de este domingo nos invitan a meditar
sobre algunas características fundamentales de la familia cristiana.
1. La primera: La familia que ora. El
texto del Evangelio pone en evidencia dos modos de orar, uno falso – el del
fariseo – y el otro auténtico – el del publicano. El fariseo encarna una
actitud que no manifiesta la acción de gracias a Dios por sus beneficios y su
misericordia, sino más bien la satisfacción de sí. El fariseo se siente justo,
se siente en orden, se pavonea de esto y juzga a los demás desde lo alto de su
pedestal. El publicano, por el contrario, no utiliza muchas palabras. Su
oración es humilde, sobria, imbuida por la conciencia de su propia indignidad,
de su propia miseria: este hombre en verdad se reconoce necesitado del perdón
de Dios, de la misericordia de Dios.
La del publicano es la oración del pobre, es la
oración que agrada a Dios que, como dice la primera Lectura, «sube hasta las
nubes» (Si 35,16), mientras que la del fariseo está marcada por el
peso de la vanidad.
A la luz de está Palabra, quisiera preguntarles a
ustedes, queridas familias: ¿Rezan alguna vez en familia? Algunos sí, lo sé.
Pero muchos me dicen: pero ¿Cómo se hace? Se hace como el publicano, es claro:
humilde, delante de Dios. Cada uno con humildad se deja ver del Señor y le pide
su bondad, que venga a nosotros. Pero, en familia, ¿Cómo se hace? Porque parece
que la oración sea algo personal, y además nunca se encuentra el momento
oportuno, tranquilo, en familia… Sí, es verdad, pero es también cuestión de
humildad, de reconocer que tenemos necesidad de Dios, como el publicano. Y
todas las familias, tenemos necesidad de Dios: todos, todos. Necesidad de su
ayuda, de su fuerza, de su bendición, de su misericordia, de su perdón. Y se
requiere sencillez. Para rezar en familia se necesita sencillez. Rezar juntos
el “Padrenuestro”, alrededor de la mesa, no es algo singular: es fácil. Y rezar
juntos el Rosario, en familia, es muy bello, da mucha fuerza. Y rezar aun el
uno por el otro: el marido por la esposa, la esposa por el marido, los dos por
los hijos, los hijos por los padres, por los abuelos… Rezar el uno por el otro.
Esto es rezar en familia, y esto hace fuerte la familia: la oración.
2. La segunda Lectura nos sugiere otro aspecto: la
familia conserva la fe. El apóstol Pablo, al final de su vida, hace un
balance fundamental, y dice: «He conservado la fe» (2 Tm 4,7) ¿Cómo
la conservó? No en una caja fuerte. No la escondió bajo tierra, como aquel
siervo un poco perezoso. San Pablo compara su vida con una batalla y con una
carrera. Ha conservado la fe porque no se ha limitado a defenderla, sino que la
ha anunciado, irradiado, la ha llevado lejos. Se ha opuesto decididamente a
quienes querían conservar, «embalsamar» el mensaje de Cristo dentro de los
confines de Palestina. Por esto ha hecho opciones valientes, ha ido a
territorios hostiles, he aceptado el reto de los alejados, de culturas
diversas, ha hablado francamente, sin miedo. San Pablo ha conservado la fe
porque, así como la había recibido, la ha dado, yendo a las periferias, sin
atrincherarse en actitudes defensivas.
También aquí, podemos preguntar: ¿De qué manera, en
familia, conservamos nosotros la fe? ¿La tenemos para nosotros, en nuestra
familia, como un bien privado, como una cuenta bancaria, o sabemos compartirla
con el testimonio, con la acogida, con la apertura hacia los demás? Todos
sabemos que las familias, especialmente las más jóvenes, van con frecuencia «a
la carrera», muy ocupadas; pero ¿han pensado alguna vez que esta «carrera»
puede ser también la carrera de la fe? Las familias cristianas son familias
misioneras. Ayer escuchamos, aquí en la plaza, el testimonio de familias
misioneras. Son misioneras también en la vida de cada día, haciendo las cosas
de todos los días, poniendo en todo la sal y la levadura de la fe. Conservar la
fe en familia y poner la sal y la levadura de la fe en las cosas de todos los
días.
3. Y un último aspecto encontramos de la Palabra de
Dios: la familia que vive la alegría. En el Salmo responsorial
se encuentra esta expresión: «Los humildes lo escuchen y se alegren» (33,3).
Todo este Salmo es un himno al Señor, fuente de alegría y de paz. Y ¿cuál es el
motivo de esta alegría? Es éste: El Señor está cerca, escucha el grito de los
humildes y los libra del mal. Lo escribía también San Pablo: «Alegraos siempre…
el Señor está cerca» (Flp 4,4-5). Me gustaría hacer una pregunta
hoy. Pero que cada uno la lleve en el corazón a su casa, eh! Como una tarea a
realizar. Y responda solo: ¿Hay alegría en tu casa? ¿Hay alegría en tu familia?
Den ustedes la respuesta.
Queridas familias, ustedes lo saben bien: la verdadera
alegría que se disfruta en familia no es algo superficial, no viene de las
cosas, de las circunstancias favorables… la verdadera alegría viene de la
armonía profunda entre las personas, que todos experimentan en su corazón y que
nos hace sentir la belleza de estar juntos, de sostenerse mutuamente el camino
de la vida. A la base de este sentimiento de alegría profunda está la presencia
de Dios, la presencia de Dios en la familia, está su amor acogedor,
misericordioso, respetuoso hacia todos. Y sobre todo, un amor paciente: la
paciencia es una virtud de Dios y nos enseña, en familia, a tener este amor
paciente, el uno por el otro. Tener paciencia entre nosotros. Amor paciente.
Sólo Dios sabe crear la armonía de las diferencias. Si falta el amor de Dios,
también la familia pierde la armonía, prevalecen los individualismos, y se
apaga la alegría. Por el contrario, la familia que vive la alegría de la fe la
comunica espontáneamente, es sal de la tierra y luz del mundo, es levadura para
toda la sociedad.
Queridas familias, vivan siempre con fe y simplicidad,
como la Sagrada Familia de Nazaret. ¡La alegría y la paz del Señor esté siempre
con ustedes!.
ENTRADAS
RELACIONADAS:
- El santo padre encuentra alos participantes de la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para laFamilia. 25 de octubre de 2013.
- Las familias festejan sujornada junto al Santo Padre: Testimonios. 26 de octubre de 2013
- Discurso del Papa Francisco en la Vigilia de laJornada Mundial de la Familia con motivo del Año de la Fe: 26 de octubre de2013.
sábado, 26 de octubre de 2013
LAS FAMILIAS FESTEJARON SU JORNADA JUNTO AL PAPA FRANCISCO. 26 DE OCTUBRE
Tantos testimonios, y la alegría de miles de familias
que llenaron la plaza y vía de la Conciliación
La Jornada Mundial de la Familia fue una fiesta junto al papa Francisco.
El santo padre ingresó acompañado por tantos pequeños. Al lado del altar
presidía la ceremonia un ícono de la Sagrada Familia.
La niña Federica, de unos diez años en
el micrófono le dijo al papa “Te quiero mucho” y le mostró un dibujo, le
confió que su mamá le ha enseñado a cocinar algunas cosas, y a rezar por los
otros. Cientos de globos fueron dejados libres y volaban mientas los
diversos coros entonaron sus cantos y los fieles agitaban sus brazos.
Mons. Paglia le llamó: “papa, Francisco,
o mejor papá Francisco”. Y recordó que los papás abuelos y niños allí presentes
en la plaza le hicieron “recordar el sueño del profeta Zacarías” y de la
alegría de la fe, por la que “hacemos fiesta”, junto "con la presencia de
familias de más de 75 países". Recordó también a las familias en
dificultad como las de Siria, probadas por la guerra y a quienes la plaza les
envió un aplauso de apoyo. En la celebración festiva participaron por algunos
minutos acróbatas circenses y artistas de calle que amenizaron la fiesta con
algunas demostraciones.
Una mamá recordó la gran aventura que es
la familia, y varias pareja de jóvenes indicaron la fecha en que se van a casar
y las dificultades que deberán enfrentar, como una de romanos al confiar que a
pesar de no tener un trabajo seguro y no saber como van a pagar el alquiler,
decidieron casarse en primavera.
También el testimonio de unos abuelos
que desde España vinieron a Roma con toda la familia, sobrinos incluidos. En
medio de todo esto el santo padre le bendijo el niño a una madre en
cinta.
Se escuchó el testimonio de una mujer
siria, que contó el drama y el miedo que les empujó a escapar a Jordania y que
viven el drama del exilio y de la guerra. Y su esposo agradeció al santo padre
la vigilia de oración por la paz en Siria'.
Las familias en misión estuvieron
presentes, fue leída la carta de una familia italiana, de Florencia, en misión
en tierra musulmana; y de otra familia con una niña, del Camino Neocatecumenal,
que ahora están Albania y que dejaron sus trabajos y vida en Italia para servir
allí a la Iglesia.
No faltaron dos abuelos, directores de
películas, de convicciones diversas, que quisieron presentar su testimonio al
papa Francisco. Fueron Pablo y Victorio Taviani, quienes sufrieron la barbarie
del nazi-fascismo en la Segunda Guerra Mundial, sobre la cual hicieron un film,
como otro sobre el genocidio del pueblo armeno.
También estuvo el testimonio de una
familia, suegros incluidos, que habían llevado a vivir con ellos a la otra
abuela, a pesar de que la casa era pequeña y de las dificultades que esto
significaba.
Una familia joven de Lampedusa, de
pescadores, contaron cuando les llamaron para ayudar a los desesperados que
desembarcaban, con particulares tremendos. Junto al de un ingeniero agrario de
Nigeria que se escapó de África y en la estiva de una barca vio morir a 25
inmigrantes, entre los cuales un primo suyo, antes de llegar a la isla
italiana.
Hacia el final del evento, el papa
dirigió sus palabras al público, que lo interrumpió varias veces con sus
aplausos. Al concluir el santo padre dio su bendición y dijo: "No podemos
irnos sin pedirle a la Virgen que nos proteja a todos", y rezó un Ave
María
A continuación el papa Francisco saludó
a diversas personas y por más de media hora pasó con el jeep abierto, para
saludar a las familias presentes en la plaza y vía de la Conciliazione, desde
donde mucha gente siguió la ceremonia gracias a las pantallas gigantes.
ENTRADAS
RELACIONADAS:
- El santo padre encuentra a los participantes dela Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para la Familia. 25 de octubre de2013.
- Discursodel Papa Francisco en la Vigilia de la Jornada Mundial de la Familia con motivodel Año de la Fe: 26 de octubre de 2013.
- Homilíadel Santo Padre en la Misa de Clausura de la Peregrinación de las familias delmundo a Roma en el Año de la Fe. 27 de octubre de 2013.
DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LAS FAMILIAS DEL MUNDO CON OCASIÓN DE SU PEREGRINACIÓN A ROMA EN EL AÑO DE LA FE. 26 de octubre de 2013.
Queridas familias:
Buenas tardes y bienvenidas a Roma.
Han llegado en peregrinación de muchas partes del mundo para profesar su fe
ante el sepulcro de San Pedro. Esta plaza les acoge y les abraza: formamos un
solo pueblo, con una sola alma, convocados por el Señor que nos ama y no nos
abandona. Saludo también a todas las familias que nos siguen por televisión e
internet: una plaza que se ensancha sin fronteras.
Han querido llamar a este momento: “Familia, vive la alegría de la fe”. Me gusta
este título. He escuchado sus experiencias, las historias que han contado. He
visto a muchos niños, muchos abuelos… He sentido el dolor de las familias que
viven en medio de la pobreza y de la guerra. He escuchado a los jóvenes que
quieren casarse, aunque se encuentran con mil dificultades. Y, en medio de todo
esto, nos preguntamos: ¿cómo es posible vivir hoy la alegría de la fe en
familia? Pero además les pregunto: “¿Es posible vivir esta alegría o no es
posible?”.
1. Hay unas
palabras de Jesús, en el Evangelio de Mateo, que vienen en nuestra ayuda: “Vengan a mí todos los que están cansados
y agobiados, y yo les aliviaré” (Mt 11,28). La vida a
menudo es pesada, muchas veces incluso trágica. Lo hemos oído recientemente…
Trabajar cansa; buscar trabajo es duro. Y encontrar trabajo hoy requiere mucho
esfuerzo. Pero lo que más pesa en la vida no es esto: lo que más cuesta de
todas estas cosas es la falta de amor. Pesa no recibir una sonrisa, no ser
querido. Algunos silencios pesan, a veces incluso en la familia, entre marido y
mujer, entre padres e hijos, entre hermanos. Sin amor las dificultades son más
duras, inaguantables. Pienso en los ancianos solos, en las familias que lo
pasan mal porque no reciben ayuda para atender a quien necesita cuidados
especiales en la casa. “Vengan a mí
todos los que están cansados y agobiados”, dice
Jesús.
Queridas familias, el Señor conoce nuestras dificultades: ¡las conoce! Y
conoce los pesos de nuestra vida. Pero el Señor sabe también que dentro de
nosotros hay un profundo anhelo de encontrar la alegría del consuelo.
¿Recuerdan? Jesús dijo: “Su alegría llegue a plenitud” (Jn 15,11). Jesús
quiere que nuestra alegría sea plena. Se lo dijo a los apóstoles y nos lo
repite a nosotros hoy. Esto es lo primero que quería compartir con ustedes esta
tarde, y son unas palabras de Jesús: Vengan a mí, familias de todo el mundo
–dice Jesús–, y yo les aliviaré, para que su alegría llegue a plenitud. Y estas
palabras de Jesús llévenlas a casa, llévenlas en el corazón, compártanlas en
familia. Nos invita a ir a Él para darnos, para dar a todos la alegría.
2. Las
siguientes palabras, las tomo del rito del Matrimonio. Quien se casa dice en el
Sacramento: “Prometo
serte siempre fiel, en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la
enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida”. Los esposos
en ese momento no saben lo que sucederá, no saben la prosperidad o adversidad
que les espera. Se ponen en marcha, como Abrahán; se ponen en camino juntos. ¡Y
esto es el matrimonio! Ponerse en marcha, caminar juntos, mano con mano,
confiando en la gran mano del Señor. ¡Mano con mano, siempre y para toda la vida!
Y sin dejarse llevar por esta cultura de la provisionalidad, que nos hace
trizas la vida.
Con esta confianza en la fidelidad de Dios se afronta todo, sin miedo, con
responsabilidad. Los esposos cristianos no son ingenuos, conocen los problemas
y peligros de la vida. Pero no tienen miedo a asumir su responsabilidad, ante
Dios y ante la sociedad. Sin huir, sin aislarse, sin renunciar a la misión de
formar una familia y traer al mundo hijos. –Pero, Padre, hoy es difícil…
-Ciertamente es difícil. Por eso se necesita la gracia, la gracia que nos da el
Sacramento. Los Sacramentos no son un adorno en la vida. “Pero qué hermoso
matrimonio, qué bonita ceremonia, qué gran fiesta!”. Eso no es el Sacramento;
no es ésa la gracia del Sacramento. Eso es un adorno. Y la gracia no es para
decorar la vida, es para darnos fuerza en la vida, para darnos valor, para
poder caminar adelante. Sin aislarse, siempre juntos. Los cristianos se casan
mediante el Sacramento porque saben que lo necesitan. Les hace falta para estar
unidos entre sí y para cumplir su misión como padres: “En la prosperidad y en la adversidad, en
la salud y en la enfermedad”. Así dicen los esposos en el
Sacramento y en la celebración de su Matrimonio rezan juntos y con la
comunidad. ¿Por qué? ¿Porque así se suele hacer? No. Lo hacen porque tienen
necesidad, para el largo viaje que han de hacer juntos: un largo viaje que no
es a tramos, ¡dura toda la vida! Y necesitan la ayuda de Jesús, para caminar
juntos con confianza, para quererse el uno al otro día a día, y perdonarse cada
día. Y esto es importante. Saber perdonarse en las familias, porque todos
tenemos defectos, ¡todos! A veces hacemos cosas que no son buenas y hacen daño
a los demás. Tener el valor de pedir perdón cuando nos equivocamos en la
familia… Hace unas semanas dije en esta plaza que para sacar adelante una
familia es necesario usar tres palabras. Quisiera repetirlo. Tres palabras: permiso, gracias, perdón.
¡Tres palabras clave! Pedimos permiso para ser respetuosos en
la familia. “¿Puedo hacer esto? ¿Te gustaría que hiciese eso?”. Con el lenguaje
de pedir permiso. ¡Digamos gracias, gracias por el amor! Pero dime, ¿cuántas
veces al día dices gracias a tu mujer, y tú a tu marido? ¡Cuántos días pasan
sin pronunciar esta palabra: Gracias! Y la última: perdón: Todos nos
equivocamos y a veces alguno se ofende en la familia y en el matrimonio, y
algunas veces –digo yo- vuelan los platos, se dicen palabras fuertes, per
escuchen este consejo: no acaben la jornada sin hacer las paces. ¡La paz se
renueva cada día en la familia! “¡Perdóname!”. Y así se empieza de nuevo.
Permiso, gracias, perdón. ¿Lo decimos juntos? (Responden: Sí). ¡Permiso,
gracias, perdón! Usemos estas tres palabras en la familia. ¡Perdonarse cada
día!
En la vida de una familia hay muchos momentos hermosos: el descanso, la
comida juntos, la salida al parque o al campo, la visita a los abuelos, la
visita a una persona enferma… Pero si falta el amor, falta la alegría, falta la
fiesta, y el amor nos lo da siempre Jesús: Él es la fuente inagotable. Allí Él,
en el Sacramento, nos da su Palabra y nos da el Pan de vida, para que nuestra
alegría llegue a plenitud.
3. Y para
concluir, aquí adelante se encuentra el icono de la Presentación de Jesús en el Templo. Es un
icono realmente hermoso e importante. Contemplémoslo y dejémonos ayudar por
esta imagen. Como todos ustedes, también los protagonistas de esta escena han
hecho su camino: María y José se han puesto en marcha, como peregrinos a
Jerusalén, para cumplir la ley del Señor; del mismo modo el viejo Simeón y la
profetisa Ana, también ella muy anciana, han llegado al Templo llevados por el
Espíritu Santo. La escena nos muestra este encuentro de tres generaciones, el
encuentro de tres generaciones: Simeón tiene en brazos al Niño Jesús, en el
cual reconoce al Mesías, y Ana aparece alabando a Dios y anunciando la
salvación a quien espera la redención de Israel. Estos dos ancianos representan
la fe como memoria. Y yo les pregunto: “¿Ustedes escuchan a los abuelos? ¿Abren
su corazón a la memoria que nos transmiten los abuelos? Los abuelos son la
sabiduría de la familia, son la sabiduría de un pueblo. Y un pueblo que no
escucha a los abuelos es un pueblo que muere. ¡Escuchar a los abuelos! María y
José son la familia santificada por la presencia de Jesús, que es el
cumplimiento de todas las promesas. Toda familia, como la de Nazaret, forma
parte de la historia de un pueblo y no podría existir sin las generaciones
precedentes. Y por eso hoy tenemos aquí a los abuelos y a los niños. Los niños
aprenden de los abuelos, de la generación precedente.
Queridas familias, también ustedes son parte del pueblo de Dios. Caminen
con alegría junto a este pueblo. Permanezcan siempre unidas a Jesús y den
testimonio de Él a todos. Les agradezco que hayan venido. Juntos, hagamos nuestras
las palabras de San Pedro, que nos dan y nos seguirán dando fuerza en los
momentos difíciles:“Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de
vida eterna” (Jn 6,68). Con la gracia de Cristo, vivan la
alegría de fe. El Señor les bendiga y María, nuestra Madre, les proteja y les
acompañe. Gracias.
ENTRADAS
RELACIONADAS:
- El santo padre encuentra alos participantes de la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para laFamilia. 25 de octubre de 2013.
- Las familias festejan sujornada junto al Santo Padre: Testimonios. 26 de octubre de 2013
- Homilía del Santo Padre en la Misa de Clausura de laPeregrinación de las familias del mundo a Roma en el Año de la Fe. 27 de octubrede 2013.
viernes, 25 de octubre de 2013
PAPA FRANCISCO HABLA A LAS FAMILIAS 25 DE OCTUBRE DE 2013
El
Papa Francisco habla a las familias el 25 de octubre, 2013.
Francisco ha propuesto acercarse “con respeto y cariño
a las familias que atraviesan dificultades”, también a “los matrimonios
en crisis y a quienes están separados”. Fue durante un encuentro con
el Pontificio Consejo para la Familia. El Papa les invitó a mostrar con su
vida normal “la belleza del matrimonio y de la familia cristiana”.
PAPA FRANCISCO
“La familia es el lugar donde se
aprende a amar, el centro natural de la vida humana. Está hecha de rostros, de
personas que aman, dialogan, se sacrifican por otros y defienden la vida, sobre
todo la más frágil, la más débil”.
El Papa pidió a los padres y madres que “pierdan tiempo” con
sus hijos para mostrar la “gratuidad” del amor.
Como recuerdo del encuentro, el arzobispo
Vincenzo Paglia, presidente del Pontificio Consejo, llevó al Papa este icono,
en el que la Sagrada Familia aparece junto a dos ancianos.
MONS. VINCENZO PAGLIA
"En este icono se representa la relación entre las
generaciones".
FRASE SOBRE LA VIDA DE HELEN KELLER
¿Por qué contentarnos con vivir a rastras cuando sentimos el anhelo de volar?
Helen Keller (1880-1968) Escritora y conferenciante estadounidense
EL PAPA FRANCISCO Y LA FAMILIA.
El
santo padre encuentra a los participantes de la Asamblea Plenaria del Consejo
Pontificio para la Familia
FUENTE: ZENIT.ORTG (Por
Rocío Lancho García)
CIUDAD DEL VATICANO, 25 de octubre de 2013.
El santo padre ha recibido esta mañana a los
participantes de la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para la Familia,
reunidos desde el miércoles en Roma.
Durante su discurso el papa Francisco ha analizado
tres aspectos importantes: la familia es una comunidad de vida que tiene una
consistencia autónoma; la familia se funda sobre el matrimonio; y la infancia y
la vejez.
Respecto a la primera idea (la familia como comunidad de vida),
el papa ha retomado las palabras del beato Juan Pablo II en la exhortación
apostólica Familiaris Consortio:
"La familia no formada por una suma de personas, sino que es una
'comunidad de personas'". Un lugar, ha explicado, "donde se aprende a
amar, el centro natural de la vida humana". Incluso, continúa, "se
podría decir, sin exagerar, que la familia es el motor del mundo y de la
historia". Del mismo modo, ha indicado que la familia "es el lugar
donde recibimos el nombre, es el lugar de los afectos, el espacio de la
intimidad, donde se aprender el arte del diálogo y de la comunicación interpersonal".
Así como en la familia, "la persona toma conciencia de la propia dignidad,
y especialmente si la educación es cristiana reconoce la dignidad de cada
persona singular, de manera particular de la que es enferma, débil o
marginada". Por ello, ha concluido este punto, subrayando que la
comunidad-familia "pide ser reconocida como tal, aún más hoy, cuando
prevalece la tutela de los derechos individuales".
El segundo aspecto tratado por el papa se ha centra en
la familia
fundada en el matrimonio. "A través de un acto de amor libre y
fiel, los esposos cristianos testimonian que el matrimonio, en cuanto
sacramento, es la base sobre la que se funda la familia y hace más sólida la
unión de los cónyuges y su recíproco donarse". Ha añadido que el matrimonio
es "como si fuese un primer sacramento de lo humano, donde la persona se
descubre a sí misma, se auto-comprende en relación con los otros y en relación
al amor que es capaz de recibir y de dar. El amor esponsal y familiar revela la
vocación de la persona a amar en un modo único y para siempre, y que las
pruebas, los sacrificio y las crisis de la pareja como de la misma familia
representan los pasajes para crecer en el bien, en la verdad y en la
belleza", ha indicado Francisco.
Asimismo, ha matizado que en el matrimonio "se da
completamente sin cálculos ni reservas, compartiendo todo, dones y renuncias,
confiando en la Providencia de Dios". Algo que, según el santo padre, los
jóvenes pueden aprender de los padres y los abuelos. "Hay problemas en el
matrimonio, siempre hay distintos puntos de vista, celos, se discute, pero hay
que decirle a los jóvenes esposos que nunca terminen el día sin hacer las
paces. El sacramento del matrimonio es renovado en este acto de paz después de
una discusión, un malentendido, una envida escondida, también un pecado. Hacer
la paz que da unidad a la familia", ha afirmado Francisco. Hay que
decírselo a las parejas jóvenes, que no es un camino fácil pero que es bonito
seguir este camino, dijo.
De este modo ha llegado al tercer y último aspecto del
discurso: la
infancia y la vejez. Francisco ha contado que cuando confiesa a un
hombre o una mujer casada joven y en la confesión sale algún tema sobre el hijo
o la hija, él pregunta: "¿cuántos hijos tiene?" y la segunda pregunta
que les hace es, "¿usted juega con sus hijos?", "¿'pierde' el
tiempo con sus hijos?". Por esto, el papa ha explicado que "también
la gratuidad de papá y mamá con los hijos es muy importante, perder el tiempo
con los hijos, jugar con los hijos". También ha subrayado que "una
sociedad que abandona a los niños y que margina a los ancianos corta sus raíces
y oscurece su futuro". Al respecto, el pontífice señala que "cada vez
que un niño es abandonado o un anciano marginado, se cumple no solamente un
acto de injusticia, sino que se ve también el fracaso de esa sociedad".
El papa, ha reconocido que le gusta el fragmento del
evangelio cuando los jóvenes José, María y el Niño hacen todo lo que la Ley
dice. "Cuatro veces lo dice san Lucas, para cumplir la Ley, son obediente
a la Ley". Y también señala que los dos ancianos, hacen ruido,
"Simeón inventa en ese momento una liturgia propia, y alaba las alabanzas
al Dios y la anciana va y charla, predica con las charlas. Mirad esto, como son
libres. Y tres veces se dice de los ancianos son conducidos por el Espíritu
Santo".
En la conclusión de su discurso, el santo padre
subraya que "las familias verdaderamente cristianas se reconocen por la
fidelidad, la paciencia, la apertura a la vida, el respeto a los ancianos... el
secreto de todo esto es la presencia de Jesús en la familia".
ENTRADAS
RELACIONADAS:
- El santo padre encuentra a los participantes de la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para la Familia. 25 de octubre de 2013.
- Las familias festejan su jornada junto al Santo Padre: Testimonios. 26 de octubre de 2013
- Discurso del Papa Francisco en la Vigilia de la Jornada Mundial de la Familia con motivo del Año de la Fe: 26 de octubre de 2013.
- Homilía del Santo Padre en la Misa de Clausura de la Peregrinación de las familias del mundo a Roma en el Año de la Fe. 27 de octubre de 2013.
miércoles, 23 de octubre de 2013
FRASE SOBRE LA VIDA DE JOSÉ ORTEGA Y GASSET
martes, 22 de octubre de 2013
DIOS CURA NUESTRAS HERIDAS CON SUS MANOS, Y PARA TENER MANOS SE HIZO HOMBRE. PAPA FRANCISCO
Dios cura nuestras heridas con sus
manos, y para tener manos se hizo hombre. Papa Francisco
Contemplación, cercanía, abundancia: son
las tres palabras en torno a las cuales el papa Francisco centró su homilía en
la misa del martes en la mañana en la Casa Santa Marta. El papa reiteró que no
se puede entender a Dios sólo con la inteligencia, y subrayó que "el
propósito de Dios" es "inmiscuirse" en nuestra vida para sanar
nuestras heridas, tal como lo hizo Jesús.
Para entrar en el misterio de Dios no
basta la inteligencia, sino que sirven "la contemplación, la cercanía y la
abundancia", lo que ha tomado de la primera lectura de hoy: un pasaje de
la carta de san Pablo a los Romanos. La Iglesia, ha dicho: "cuando quiere
decirnos algo" sobre el misterio de Dios, "solamente utiliza una
palabra: maravillosamente". Este misterio, prosiguió, es "un misterio
maravilloso":
"Contemplar el misterio, esto que Pablo nos dice aquí, sobre
nuestra salvación, sobre nuestra redención, solo se entiende de rodillas, en la
contemplación. No solo con la inteligencia. Cuando la inteligencia quiere
explicar un misterio, siempre, ¡siempre! enloquece. Y así sucedió en la
historia de la Iglesia. La contemplación: inteligencia, corazón, de rodillas,
rezando... todo junto, entrar en el misterio. Esa es la primera palabra que tal
vez nos ayude".
La segunda palabra que nos ayudará a entrar en el misterio, dijo, es
"cercanía". "Un hombre pecó --recordó-- y un hombre nos salvó".
"¡Es el Dios que está cerca!" Y, continuó, "cerca de nosotros,
de nuestra historia". Desde el primer momento, añadió, "cuando eligió
a nuestro padre Abraham, caminó con su pueblo". Y esto también se ve con
Jesús “que hace un trabajo de artesano, de trabajador".
"A mí, la imagen que me viene es aquella de la enfermera en un
hospital: cura las heridas, una por una, pero con sus manos. Dios se involucra,
se mete en nuestras miserias, se acerca a nuestras heridas y las cura con sus
manos, y para tener manos se hizo hombre. Es un trabajo de Jesús, personal. Un
hombre trajo el pecado, un hombre viene a sanarlo. Cercanía. Dios no nos salva
solo por un decreto o una ley; nos salva con ternura, con caricias, nos salva
con su vida, por nosotros".
La tercera palabra, continuó Francisco,
es "abundancia". "Donde abundó el pecado, sobreabundó la
gracia". "Cada uno de nosotros --observó-- conoce sus miserias, las
conoce bien. ¡Y abundan!" Pero, advirtió, "el desafío de Dios es vencer
esto, sanar las heridas", como lo hizo Jesús. Más aún: "hacer aquel
don sobreabundante de su amor, de su gracia". Y así, advirtió el papa
Francisco, "se entiende aquella preferencia de Jesús por los
pecadores".
"En el corazón de este pueblo abundaba el pecado. Pero Él vino a
ellos con la sobreabundancia de la gracia y el amor. La gracia de Dios siempre
gana, porque es Él mismo quien se entrega, se acerca, que nos acaricia, que nos
sana. Y para ello, aunque tal vez a algunos de nosotros no nos gusta decir
esto, pero los que están más cerca del corazón de Jesús son los más pecadores,
porque él va a buscarlos, llama a todos: ‘¡Vengan, vengan!'. Y cuando le piden
una explicación, él dice: ‘Pero los que tienen buena salud no tienen necesidad
del médico; yo he venido para sanar, para salvar'".
"Algunos santos --afirmó-- dicen que uno de los pecados más feos es
la desconfianza: desconfiar de Dios". Pero, se pregunta el santo padre,
"¿cómo podemos desconfiar de un Dios tan cercano,tan bueno, que prefiere nuestro corazón de pecador?" Este misterio,
reiteró, "no es fácil de entender, no se entiende bien, con la inteligencia". Solamente quizás nos ayuden estas tres palabras: la
contemplación, la proximidad y la abundancia. Es un Dios, concluyó el papa, "que siempre gana con la superabundancia de su gracia, con su
ternura, con la riqueza de su misericordia".
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