«Jesucristo, único cimiento
de la Iglesia» (cf. 1 Co 3, 11).
Era el año 50 cuando Pablo
llegó a Corinto, la gran ciudad de Grecia famosa por su importante puerto
comercial y animada por sus múltiples corrientes de pensamiento. Durante 18
meses el apóstol anunció allí el Evangelio y sentó las bases de una floreciente
comunidad cristiana. Después de él, otros continuaron la obra de evangelización.
Pero los nuevos cristianos corrían el riesgo de apegarse a las personas que
llevaban el mensaje de Cristo más que al propio Cristo. Y así nacían distintas
facciones: «Yo soy de Pablo», decían unos; y otros, refiriéndose a su apóstol
preferido: «Yo soy de Apolo», o bien: «Yo soy de Pedro».
Ante la división que
turbaba a la comunidad, Pablo afirma con fuerza que los constructores de la
Iglesia, comparándola con un edificio o un templo, pueden ser muchos, pero uno
solo es el cimiento, la piedra viva: Cristo Jesús.
Sobre todo este mes,
durante la «Semana de oración por la unidad de los cristianos», las Iglesias y
Comunidades Eclesiales recuerdan juntas que Cristo es su único cimiento, y que
sólo adhiriéndose a Él y viviendo su único Evangelio pueden encontrar la unidad
plena y visible entre ellos.
«Jesucristo, único cimiento
de la Iglesia»
Basar nuestra vida en
Cristo significa ser un todo con Él, pensar como Él piensa, querer lo que Él
quiere, vivir como Él vivió.
Pero ¿cómo basamos,
enraizamos en Él? ¿Cómo convertimos en un todo con Él?
Poniendo en práctica el
Evangelio.
Jesús es el Verbo, o sea,
la Palabra de Dios encarnada. Y si Él es la Palabra que asumió la naturaleza
humana, nosotros seremos verdaderos cristianos si somos hombres y mujeres que
impregnan toda su vida de la Palabra de Dios.
Si vivimos sus palabras, es
más, si sus palabras nos viven hasta hacer de nosotros «Palabras vivas», somos
uno con Él, nos estrechamos a Él; ya no vive el yo o el nosotros, sino la
Palabra en todos. Podemos pensar que viviendo así contribuiremos a que la
unidad entre todos los cristianos se haga realidad.
Así como el cuerpo respira
para vivir, el alma, para vivir, vive la Palabra de Dios.
Uno de los primeros frutos
es que Jesús nace en nosotros y entre nosotros. Esto provoca un cambio de
mentalidad: inyecta en el corazón de todos, sean éstos europeos, asiáticos,
australianos, americanos o africanos, los mismos sentimientos de Cristo ante
las circunstancias, las personas y la sociedad.
[ ... ]
Vivir la Palabra libera de
condicionamientos humanos, infunde alegría, paz, sencillez, plenitud de vida,
luz; al hacer que nos adhiramos a Cristo, nos transforma poco a poco en otros
Él.
«Jesucristo, único cimiento
de la Iglesia»
Pero hay una Palabra que
resume todas las demás, y es amar: amar a Dios y al prójimo. Jesús resume en
ella «toda la Ley y los Profetas» (Mt 22, 40).
Lo cierto es que cada
Palabra, aunque expresada en términos humanos distintos, es Palabra de Dios;
pero como Dios es Amor, cada Palabra es caridad.
Entonces, ¿cómo vivir este
mes? ¿Cómo estrechamos a Cristo, «único cimiento de la Iglesia»? Amando como Él
nos enseñó.
«Ama y haz lo que quieras'',
dijo san Agustín, casi sintetizando la norma de vida evangélica, porque amando
no te equivocarás, sino que cumplirás de lleno la voluntad de Dios.
Chiara Lubich
1 comentario:
Del 18 al 25 de enero se celebra en muchas partes del mundo la Semana de oración por la unidad de los cristianos, que en otros lugares se celebra en Pentecostés. Este año, la frase elegida para la Semana de oración es: «¿Está dividido Cristo?» (1 Co 1, 13).
Chiara Lubich solía comentar cada vez el versículo bíblico. Para mantener su aportación, proponemos un texto suyo de enero de 2005 que comenta el pasaje «Jesucristo, único cimiento de la Iglesia» (cf. 1 Co 3, 11) Y que puede ser de ayuda para profundizar en la frase que se nos propone este año.
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