Los discípulos de Jesús están
llamados hoy a poner al hombre en contacto con la misericordia compasiva que
salva
FUENTE ZENIT
- Sergio Mora
El santo
padre Francisco presidió este domingo la santa misa en la basílica de San
Pedro, en ocasión del cierre de la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de
los Obispos, sobre el tema “La vocación
y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”.
Concelebraron
con el Santo Padre, solamente los miembros del Sínodo: 71 cardenales, 7
patriarcas, 72 arzobispos y 107 obispos, y contó también con la música
polifónica del coro pontificio de la Capilla Sixtina.
En el XXX
domingo del tiempo ordinario el Papa y los celebrantes vistieron paramentos
color verde, y en una de las columnas del dosel del Bernini se encontraba el
cuadro de la Sagrada Familia que encabezó diversas ceremonias durante el camino
sínodal.
En su
homilía el Santo Padre señaló que las tres lecturas del día hablan de la
misericordia de Dios. Y tomando la parábola del ciego Bartimeo que llama al Señor
gritando, indica que muchos de los apóstoles eran sordos a sus gritos, y lo
consideran molesto, tratan de seguir adelante ignorándolo. En cambio Jesús se
inclina, le pregunta lo que parece obvio y lo cura.
Después de
curarlo, el Señor le dice al hombre: "Tu
fe te ha salvado". E indica que “es hermoso ver cómo Cristo admira la
fe de Bartimeo”, confiando en él. “A
ésto están llamados los discípulos de Jesús, también hoy, sobre todo hoy: poner
al hombre en contacto con la misericordia compasiva que salva” dijo.
Advirtió
también sobre a "espiritualidad del
espejismo", porque podemos sin ver lo que realmente existe, sino lo
que nos gustaría ver; siendo “capaces de construir visiones del mundo, pero no
aceptamos lo que el Señor pone delante de los ojos”.
Y también
del peligro de caminar con el pueblo de Dios, pero teniendo nuestro programa de
marcha, donde se planeó todo: sabemos a dónde ir y cuánto tiempo debe pasar;
todos deben respetar nuestros ritmos y cualquier inconveniente nos perturba”.
Concluyó
agradeciendo a los padres sinodales por el camino recorrido “con la mirada fija en el Señor y los
hermanos, en la búsqueda de senderos que el Evangelio indica a nuestro tiempo
para anunciar el misterio de amor de la familia”.
La misa
concluyó con el canto de la Salve Regina, con el Papa delante del cuadro de la
Sagrada Familia.
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