REZAR EL ROSARIO EN FAMILIA.
El Rosario, una oración para conocer mejor a Jesucristo Nuestro Señor.
Fijar los ojos en el rostro de Cristo es la tarea de todos los discípulos de Cristo.
Cuando rezamos el Rosario contemplamos a Cristo con María. Nadie conoce a Cristo mejor que Ella.
Recorrer con María las escenas del Rosario es como ir a la “escuela” de María para comprender a Cristo, para entender el Misterio de su grandeza: Él es verdadero Dios y verdadero hombre.
En el Rosario meditamos los misterios de la vida de Cristo.
En el Rosario contemplamos algunos pasajes de la vida de Jesús y de María. Los llamamos “misterios” porque nos revelan el gran misterio de amor de Dios para con nosotros.
Misterios de Gozo: Aprendemos el secreto de la alegría cristiana, que tiene su centro en la persona de Jesucristo, Dios y hombre verdadero, único Salvador del mundo.
Misterios de Luz: Estos misterios han sido incorporados por el Papa Juan Pablo II para que contemplemos palabras y gestos de Jesús, “luz del mundo”, durante su vida pública, recordando la invitación de María dirigida a la Iglesia de todos los tiempos: “Haced todo lo que Él os diga” (Jn 2, 5)
Misterios de Dolor: Meditamos en la Pasión de Cristo, es decir, en sus sufrimientos, revelación del amor y fuente de nuestra salvación.
Misterios de Gloria: Nos fijamos en la gloria de Cristo en su Resurrección y en su Ascensión, tomamos conciencia de nuestra vida nueva en Cristo, en el seno de la Iglesia y alimentamos nuestra esperanza.
Cada misterio del Rosario ilumina también el misterio del hombre.
Porque:
El rosario es a la vez meditación y súplica.
Nuestro Señor Jesucristo, único Mediador, nos enseñó como debemos orar al padre.
Apoyando la oración que Cristo y el Espíritu hacen brotar de nuestro corazón, interviene la plegaria de María.
Ella intercede por nosotros ante el Padre, que la ha llenado de gracia y ante el Hijo, nacido de su seno, rogando con nosotros y por nosotros.
Rezar el Rosario: dinámica de amor.
El Rosario propone la meditación de los misterios de Cristo con un método basado en la repetición, sobre todo del Avemaría, que se repite diez veces en cada misterio.
Para comprender esta repetición hace falta entrar en la dinámica que es propia del amor, por el cual una misma expresión es siempre nueva, como nuevo es el sentimiento que la inspira.
Como rezar cada decena del Rosario.
Enunciado del misterio: para conducir la imaginación y el espíritu hacia aquel determinado momento de la vida de Cristo o de la Virgen.
Escucha de la Palabra de Dios: es útil que siga el enunciado la proclamación del pasaje bíblico correspondiente.
El silencio: breve pausa después de escuchar la Palabra de Dios, para concentrar el espíritu en el contenido de un determinado misterio.
El Padrenuestro: Jesús nos introduce en la intimidad de Dios nuestro Padre y nos hace hermanos suyos y entre nosotros.
Las diez Avemarías: Entre la primera y la segunda parte de cada Avemaría está el nombre de Jesús, el único nombre del cual podemos esperar la salvación.
El gloría: esta alabanza trinitaria es la meta de la contemplación cristiana. Cristo es el camino que nos conduce el Padre en el Espíritu.
Jaculatoria final de cada decena: pudiera ser una oración dirigida a alcanzar los frutos específicos de la meditación del misterio.
El rosario consta de cinco partes o decenas. Al comenzar a rezarlo se puede recitar el Credo, profesión de nuestra fe, y al terminar rezamos por las intenciones del papa y saludamos a María con una Salve o con las Letanías.
Fijar los ojos en el rostro de Cristo es la tarea de todos los discípulos de Cristo.
Cuando rezamos el Rosario contemplamos a Cristo con María. Nadie conoce a Cristo mejor que Ella.
Recorrer con María las escenas del Rosario es como ir a la “escuela” de María para comprender a Cristo, para entender el Misterio de su grandeza: Él es verdadero Dios y verdadero hombre.
En el Rosario meditamos los misterios de la vida de Cristo.
En el Rosario contemplamos algunos pasajes de la vida de Jesús y de María. Los llamamos “misterios” porque nos revelan el gran misterio de amor de Dios para con nosotros.
Misterios de Gozo: Aprendemos el secreto de la alegría cristiana, que tiene su centro en la persona de Jesucristo, Dios y hombre verdadero, único Salvador del mundo.
Misterios de Luz: Estos misterios han sido incorporados por el Papa Juan Pablo II para que contemplemos palabras y gestos de Jesús, “luz del mundo”, durante su vida pública, recordando la invitación de María dirigida a la Iglesia de todos los tiempos: “Haced todo lo que Él os diga” (Jn 2, 5)
Misterios de Dolor: Meditamos en la Pasión de Cristo, es decir, en sus sufrimientos, revelación del amor y fuente de nuestra salvación.
Misterios de Gloria: Nos fijamos en la gloria de Cristo en su Resurrección y en su Ascensión, tomamos conciencia de nuestra vida nueva en Cristo, en el seno de la Iglesia y alimentamos nuestra esperanza.
Cada misterio del Rosario ilumina también el misterio del hombre.
Porque:
- Contemplando el nacimiento de Jesús aprendemos el carácter sagrado de la vida.
- Mirando la casa de Nazaret nos percatamos de la importancia de la familia, según el designio de Dios.
- Escuchando a Jesús encontramos luz para entrar en el Reino de Dios.
- Siguiendo sus pasos hasta el Calvario comprendemos el sentido del dolor salvador.
- Contemplando a Cristo y a su Madre en la gloria, vemos la meta a la que cada uno de nosotros está llamado.
El rosario es a la vez meditación y súplica.
Nuestro Señor Jesucristo, único Mediador, nos enseñó como debemos orar al padre.
Apoyando la oración que Cristo y el Espíritu hacen brotar de nuestro corazón, interviene la plegaria de María.
Ella intercede por nosotros ante el Padre, que la ha llenado de gracia y ante el Hijo, nacido de su seno, rogando con nosotros y por nosotros.
Rezar el Rosario: dinámica de amor.
El Rosario propone la meditación de los misterios de Cristo con un método basado en la repetición, sobre todo del Avemaría, que se repite diez veces en cada misterio.
Para comprender esta repetición hace falta entrar en la dinámica que es propia del amor, por el cual una misma expresión es siempre nueva, como nuevo es el sentimiento que la inspira.
Como rezar cada decena del Rosario.
Enunciado del misterio: para conducir la imaginación y el espíritu hacia aquel determinado momento de la vida de Cristo o de la Virgen.
Escucha de la Palabra de Dios: es útil que siga el enunciado la proclamación del pasaje bíblico correspondiente.
El silencio: breve pausa después de escuchar la Palabra de Dios, para concentrar el espíritu en el contenido de un determinado misterio.
El Padrenuestro: Jesús nos introduce en la intimidad de Dios nuestro Padre y nos hace hermanos suyos y entre nosotros.
Las diez Avemarías: Entre la primera y la segunda parte de cada Avemaría está el nombre de Jesús, el único nombre del cual podemos esperar la salvación.
El gloría: esta alabanza trinitaria es la meta de la contemplación cristiana. Cristo es el camino que nos conduce el Padre en el Espíritu.
Jaculatoria final de cada decena: pudiera ser una oración dirigida a alcanzar los frutos específicos de la meditación del misterio.
El rosario consta de cinco partes o decenas. Al comenzar a rezarlo se puede recitar el Credo, profesión de nuestra fe, y al terminar rezamos por las intenciones del papa y saludamos a María con una Salve o con las Letanías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario