Discurso
de Francisco a los obispos polacos en visita 'ad limina'
El matrimonio se
considera a menudo una forma de gratificación afectiva que puede constituirse
en cualquier modo y modificarse según la sensibilidad de cada uno. Lamentablemente
esta visión influye también en la mentalidad de los cristianos, causando una
facilidad en el recurrir al divorcio o a la separación de hecho. Este ha sido
uno de los temas afrontado por el Santo Padre, en el discurso entregado esta
mañana a los obispos polacos, que se encuentran en Roma para la visita 'ad
limina'.
Por eso, el Papa ha
insistido a los prelados en que "los pastores están llamados a
interrogarse sobre cómo asistir a aquellos que viven en esta situación, para
que no se sientan excluidos de la misericordia de Dios, del amor fraterno de
otros cristianos y de la preocupación de la Iglesia por su salvación; sobre
cómo ayudarles a no abandonar la fe y a hacer crecer a sus hijos en la plenitud
de la experiencia cristiana.
Por otra parte, Francisco
ha indicado que "es necesario preguntarse cómo mejorar la preparación de
los jóvenes al matrimonio de forma que puedan descubrir cada vez más la belleza
de esta unión, fundada en el amor y la responsabilidad, está capacidad de
superar las pruebas, las dificultades, los egoísmo con el perdón recíproco,
reparando lo que está en riesgo de estropearse y no cayendo en la trampa de la
mentalidad del descarte".
Asimismo, el Papa pide
que "las comunidades eclesiales sean lugares de escucha, de diálogo, de
apoyo y de consuelo para los esposos, en su camino conyugal y en su misión
educativa". Y puedan encontrar en los "pastores el apoyo de
auténticos padres y guías espirituales, que les protegen de las amenazas de las
ideologías negativas y les ayuden a convertirse fuertes en Dios y en su
amor".
Hablando sobre la
situación actual de los jóvenes y sus posibilidades de acceso a la información
y la comunicación, Francisco recuerda la amplias posibilidades que ofrece la
catequesis. "La religión cristiana, sin embargo, no es una ciencia
abstracta, sino un conocimiento existencial de Cristo, una relación personal
con Dios que es amor". Por ello, subraya, "es necesario quizá
insistir más en la formación de la fe vivida como relación, en la cual se
experimenta la alegría de ser amados y de poder amar".
Unas palabras dedicas
también en el discurso a la vida consagrada y la vocación al sacerdocio. Sobre
los seminaristas indica que la formación intelectual y pastoral debe ir siempre
acompañada de la formación "humana y espiritual, para que vivan una
intensa relación personal con el Buen Pastor, sean hombres de oración asidua,
abiertos a la acción del Espíritu Santo, generosos, pobres en espíritu, llenos
de amor ardiente por el Señor y por el prójimo".
Por otro lado, a los
Institutos religiosos femeninos les ha deseado que "puedan continuar
siendo, de forma adecuada a nuestros tiempos, lugares privilegiados de la
afirmación y del crecimiento humano y espiritual de las mujeres". Y ha
añadido que "las religiosas estén preparadas a afrontar las tareas y las
misiones también difíciles y exigentes, que valoricen sus capacidades
intelectuales, afectivas y espirituales, sus talentos y carismas
personales".
Aprovechando esta
ocasión de encuentro con los obispos polacos, Francisco ha mencionado a su
predecesor Juan Pablo II, afirmando que en él se ha dado un "ejemplo
luminoso de total abandono en Dios y en su Madre, y de completa dedicación a la
Iglesia y al hombre".
Finalmente ha dirigido
un pensamiento a los pobres, y ha pedido que animen a sus sacerdotes y
religiosos y a todos los fieles a tener "la fantansía de la caridad"
y practicarla siempre.
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