Discurso
del Santo Padre a la Plenaria de la Congregación para la Educación Católica
El Santo Padre ha
recibido esta mañana a los participantes de la Plenaria de la Congregación para
la Educación Católica. Tras el saludo del cardenal prefecto Zenon Grocholewski,
Francisco ha pronunciado su discurso en el que ha desarrollado tres temas
principales: el valor del diálogo en la educación, la preparación cualificada
de los formadores y las instituciones educativas. Francisco ha dado las claves
sobre cómo debe ser un buen educador y sobre cómo entrar en diálogo con los
jóvenes. Asimismo ha señalado que los temas a los que se enfrenta hoy en día la
Congregación son desafiantes como "la actualización de la Constitución
apostólica Sapientia christiana, la consolidación de la identidad de las
Universidades católicas y la preparación de los aniversarios que se celebran en
el 2015, el 50° de la Declaración conciliar Gravissimum educationis y el 25º de
la Constitución apostólica Excorde Ecclesiae.
Francisco ha afirmado
que la educación católica es "uno de los desafíos más importantes de la
Iglesia, comprometida hoy en realizar la nueva evangelización en un contexto
histórico y cultural en constante transformación". Por eso ha indicado
tres aspectos fundamentales al respecto.
En primer lugar
"el valor del diálogo en la educación". El Santo Padre ha señalado
que "a las escuelas y las Universidades católicas asisten muchos
estudiantes no cristianos y también no creyentes" así como el hecho de que
las instituciones educativas católicas "ofrecen una propuesta educativa
que mira al desarrollo integral de la persona y que responde al derecho de
todos a acceder al saber y al conocimiento". Del mismo modo, todas
están llamadas a ofrecer "con pleno respeto de la libertad de cada uno y
los métodos propios de ambiente escolar, la propuesta cristiana, es decir
Jesucristo como sentido de la vida, del cosmos y de la historia". Ha
recordado que Jesús comenzó a anunciar la buena noticia en la "Galilea de
las gentes", con personas de distintas razas, culturas y religiones. Este
contexto - ha observado - "se asemeja en ciertos aspectos al mundo de
hoy". Asimismo ha subrayado que "los profundos cambios que han
llevado al difundirse cada vez mayor de sociedades multiculturales requieren a
cuantos trabajan en el sector escolar y universitario implicarse en itinerarios
educativos de intercambio y de diálogo, con una fidelidad valiente e innovadora
que sepa hacer encontrar la identidad católica con las distintas
"almas" de la sociedad cultural".
El segundo aspecto que
el Papa ha explicado en su discurso es "la preparación cualificada de los
formadores". Tal y como dijo en el encuentro con los Superiores Generales,
Francisco ha afirmado que hoy la educación está dirigida a una educación que
cambia y que cada educador - y toda la Iglesia que es madre educadora -
"está llamado a 'cambiar', en el sentido de saber comunicar con los
jóvenes que tiene delante". El Santo Padre ha indicado que "educar es
un acto de amor, es dar vida. Y el amor es exigente, pide utilizar los mejores
recursos, despertar la pasión y ponerse en camino con paciencia junto a los
jóvenes". Y es por ello que también el educador católico debe de ser
"muy competente", "cualificado", y al mismo tiempo
"rico de humanidad, capaz de estar en medio a los jóvenes con estilo
pedagógico, para promover su crecimiento humano y espiritual". Y es que
los jóvenes necesitan de "calidad de la enseñanza" y "valores,
no solo enunciados, sino testimoniados". Y ha afirmado que "la
coherencia es un factor indispensable en la educación de los jóvenes". Por
eso Francisco ha propuesto formación permenente y "retiros
espirituales para los educadores". "La coherencia - ha exhortado - es
un esfuerzo, pero sobre todo es un don y una gracia".
El tercer y último
aspecto del que Francisco ha hablado a los participantes de la Plenaria de la
Congregación para la Educación Católica, es sobre las "instituciones
educativas", es decir, las escueles y Universidades católicas y
eclesiásticas.
Los documentos que
mencionó al inicio del discurso, "nos invitan a reflexionar seriamente
sobre las numerosas instituciones formativas dispersas en todo el mundo y su
responsabilidad de expresar una presencia viva del Evangelio en el campo de la
educación, de la ciencia y de la cultura". Asimismo ha señalado que es
necesario que las instituciones académicas católicas "no se aíslen del
mundo, sino que sepan entrar con valentía en el areópago de las culturas
actuales y ponerse en diálogo, consciente del don que tiene para ofrecer a
todos".
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