HAY MUCHA VIDA EN CADA VIDA
Jornada de la Vida 2015 – 25 de
marzo
Solemnidad de la Anunciación del
Señor
Monición de entrada
En nuestro
camino hacia la Pascua la Iglesia celebra hoy la solemnidad de la Anunciación
del Señor. Nueve meses antes del día de Navidad recordamos el «sí» de María,
que quiso acoger de una forma gratuita y generosa la vida de Dios, a pesar de
las dificultades. Celebrar y recordar este «sí» nos mueve a ofrecer nuestra
voz a aquellos que, en el seno de sus madres, aún no tienen voz, y a promover
una cultura a favor de la vida.
Con el lema
¡Capaz de vivir mi vida! los cristianos somos invitados este año reconocer el
regalo de la vida, así como a transmitir una clara esperanza a los padres con
dificultades para que sepan que no están solos.
Acto penitencial
El Señor
Jesús, que por nosotros y por nuestra salvación se hizo hombre, intercede ahora
por nosotros y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro espíritu al
arrepentimiento, para acercarnos a la mesa del Señor.
Por las
veces que no fomentamos el valor de la vida en nuestros ambientes. Señor, ten
piedad.
Por la veces
que no cuidamos la vida desde su concepción hasta su término natural. Cristo,
ten piedad.
Por las
veces que nos olvidamos de dar gracias y valorar la vida. Señor, ten piedad.
Se dice Gloria.
Oración colecta
Señor, tú
has querido que la Palabra se encarnase en el seno de la Virgen María;
concédenos, en tu bondad, que cuantos confesamos a nuestro Redentor, como Dios
y como hombre verdadero, lleguemos a hacernos semejantes a él en su naturaleza
divina. Por nuestro Señor Jesucristo.
Monición a la profesión de fe
Como hacemos
cada domingo y en todas las solemnidades del año litúrgico, ahora profesaremos
la fe de la Iglesia. Hoy, como volveremos a hacer dentro de nueve meses cuando
celebremos el nacimiento de nuestro Salvador, después de las palabras «Y por
obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen y se hizo hombre», nos arrodillaremos
y estaremos en silencio durante un instante.
Se dice
Credo.
Oración de los fieles
Para Dios
nada hay imposible. Haciendo nuestros los sufrimientos y angustias de toda la
humanidad, especialmente las de los niños no nacidos dirijamos a Él nuestras
súplicas con la firme esperanza de que sean escuchadas.
Oremos, en primer lugar, por la Iglesia
extendida de oriente a occidente, para que, a ejemplo de la Virgen María,
acoja, celebre y anuncie el Evangelio de la vida. Roguemos al Señor.
Oremos por los gobiernos y los
legisladores de las naciones, para que, iluminados por el Espíritu Santo,
protejan eficazmente el derecho de la vida desde su inicio hasta su fin
natural. Roguemos al Señor.
Oremos, de un modo especial en esta
Jornada por la Vida, por los niños no nacidos, para que nadie cuestione ni atente
contra su derecho a nacer. Roguemos al Señor.
Oremos también por los padres con
dificultades ante el próximo nacimiento de su hijo, para que descubran que no
están solos y que en la Iglesia siempre encontrarán un hogar que les acoge.
Roguemos al Señor.
Oremos agradecidos por las
instituciones eclesiales y civiles que ofrecen un apoyo integral a las mujeres
gestantes, para que no les falte nunca nuestra oración y apoyo. Roguemos al
Señor.
Oremos, como hacemos siempre, por todos
aquellos que sufren en su cuerpo o en su espíritu, para que no les falte la
ayuda fraternal de los cristianos. Roguemos al Señor.
Oremos por nosotros, para que, animados
por esta Jornada, estemos siempre dispuestos a defender el gran don de la vida
humana. Roguemos al Señor.
Oh, Dios, Creador nuestro, escucha nuestras súplicas confiadas:
que la Virgen María, Madre de tu Hijo, acompañe los trabajos en defensa de la
vida e ilumine a todas las madres para que reconozcan en sus hijos que van a
nacer el bien que puede llenar de alegría y plenitud sus vidas; y a nosotros,
creados a tu imagen y semejanza, concédenos anunciar con fidelidad el Evangelio
de la vida.
Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Oración después de la comunión
Confirma,
Señor, en nosotros la verdadera fe, mediante los sacramentos que hemos
recibido; para que cuantos confesamos al Hijo de la Virgen, como Dios y como
hombre verdadero, podamos llegar a las alegrías del reino por el poder de su
santa Resurrección.
Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Bendición solemne
El Dios, que
en su providencia amorosa quiso salvar al género humano por el fruto bendito
del seno de la Virgen María, os colme de sus bendiciones.
R. Amén.
Que os
acompañe siempre la protección de la Virgen, por quien habéis recibido al Autor
de la vida.
R. Amén.
Y a todos
vosotros os conceda el Señor de la vida la alegría del Espíritu y los bienes de
su reino.
R. Amén.
Y la
bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre
vosotros.
R. Amén.
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