domingo, 30 de diciembre de 2018

SOLEMNIDAD DE LA SAGRADA FAMILIA. DIÓCESIS DE GRANADA


SOLEMNIDAD DE LA SAGRADA FAMILIA
450 ANIVERSARIO DE LOS MÁRTIRES DE LA ALPUJARRA
“IGLESIA DE GRANADA, FAMILIA DE MÁRTIRES”

Eucaristía de las Familias
 y de Acción de Gracias por la historia martirial de nuestra Iglesia
30 de diciembre de 2018
S. I. CATEDRAL METROPOLITANA
GRANADA


MONICION DE ENTRADA:
Celebramos el primer domingo de Navidad, fiesta de la Sagrada Familia. Dos grandes grupos diocesanos nos reunimos hoy en la Catedral, donde nos acoge nuestro Pastor Diocesano para celebrar la Eucaristía.
Nuestra Iglesia se presenta hoy como una “Familia de Mártires”, reuniendo en una misma familia de fe y de amor a los que venimos a mirar a la Sagrada Familia, modelo de vida familiar en el hogar y en las comunidades eclesiales. Damos gracias a Dios por los matrimonios que en este año de 2018 celebran sus bodas de plata y de oro de su alianza de amor en el matrimonio. Nos unimos a sus familias en la alegría y en la acción de gracias. Valoramos en mucho su testimonio de fidelidad y su servicio a la vida y a la trasmisión de la fe.
Venimos también a celebrar que nuestra Iglesia es una Iglesia de mártires. Con ocasión de los 450 años de los martirios que, en los días de aquella Navidad, sembraron de testimonios de fe y de fortaleza cristiana las tierras de la Alpujarra, recordamos toda la historia martirial de nuestra Iglesia de Granada. Este es otro testimonio, el gran testimonio de fidelidad y de amor, que ha aparecido en nuestra historia en todas las épocas. Nos unimos especialmente a los hermanos de las parroquias alpujarreñas que hoy están entre nosotros y, herederos de tierras, ambientes y paisajes, son también herederos de la fe por la que dieron su vida centenares de  cristianos hombres, mujeres, niños, sacerdotes y religiosos. Hay que conservar su memoria, imitar su fe y dar gracias a Dios por la claridad de su testimonio.
Que esta celebración gozosa nos una en el amor y nos dé fortaleza para proclamar la vida y la esperanza que nacidas en Belén, hoy nos ilumina y nos acompaña.  

LECTURAS

1ª LECTURA (Sir 3, 2-6.12-14)
Lectura del libro del Eclesiástico.
Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones  mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.

SALMO RESPONSORIAL (Ps 128)
R/ Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/

Ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/

2ª LECTURA (Col 3, 12-21)
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses.
Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.

EVANGELIO (Lc 2, 22-40 )
Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.» Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: - «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.» Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

RENOVACION DE LAS PROMESAS MATRIMONIALES:
Concluida la homilía se realiza el rito de la renovación de las promesas de matrimonio y familia.

Celebrante:
Hermanos y hermanas:
Al celebrar gozosamente esta Fiesta de la Sagrada Familia surge en nosotros, en primer lugar, un espontáneo y profundo deseo de dar gracias a Dios por el sacramento del matrimonio, y por la familia, “santuario de la vida y esperanza de la sociedad”. 

A vosotras, las familias aquí presentes, os invito a renovar vuestras promesas matrimoniales y vuestro compromiso de vivir la  comunión familiar, vuestra vocación de esposos y padres.

Celebrante:
Queridos esposos, padres, hijos e hijas, como familia cristiana ¿queréis perseverar en la misión de guardar, revelar y comunicar el amor de Dios por la humanidad, el amor de Cristo  por la Iglesia, su esposa?

R/ Sí, queremos.

Celebrante:
¿Queréis vivir y crecer en la fidelidad recíproca como comunidad de personas, en comunión cada vez más profunda e intensa, en los momentos difíciles y en los momentos buenos de la vida, siendo, así, esperanza para la sociedad?

R/ Si, queremos.

Celebrante:
¿Queréis ser un santuario de la vida, acogiendo con amor a los hijos concebidos y aún no nacidos, atendiendo especialmente a los miembros más débiles de vuestra familia: los recién nacidos, los discapacitados, los enfermos y los ancianos?

R/ Si, queremos.
Renovación del compromiso matrimonial

Esposos: 
Bendito seas, Señor, porque nos has asistido amorosamente en las alegrías y en las penas de nuestra vida.
Te pedimos que nos ayudes a guardar   fielmente nuestro amor mutuo para que seamos fieles testigos de la alianza que has establecido con la humanidad.

Sigue inmediatamente la proclamación del Credo y la  Oración de los Fieles.

ORACION DE LOS FIELES:
Por la Iglesia, para que en su interior y en las relaciones con el mundo viva como una verdadera familia que sabe amar, perdonar y valorar a cada persona. Roguemos al Señor.
  1. Por el papa Francisco, por todos los obispos, sacerdotes y diáconos, para que su servicio promueva el bien de los matrimonios y las familias. Roguemos al Señor.
  2. Por los matrimonios y familias, especialmente por los que atraviesan diferentes dificultades, para que, como creyentes, estemos cerca de ellos, y sepamos llevarles la alegría del Evangelio. Roguemos al Señor.
  3. Por los abuelos, para que en los últimos años de su vida no les falte el cariño familiar, y por los miembros difuntos de nuestras familias: para que el Señor les conceda el descanso eterno. Roguemos al Señor.
  4. Al celebrar los cuatrocientos cincuenta años del martirio de innumerables hermanos nuestros en la Alpujarra, damos gracias a Dios por su testimonio de fe y pedimos que su ejemplo nos fortalezca en el seguimiento de Cristo, roguemos al Señor. Roguemos al Señor.
  5. Para que las comunidades parroquiales alpujarreñas encuentren en la memoria de sus mártires una fuente de fidelidad a Cristo, de unidad en el amor y de constancia en la trasmisión de la fe, roguemos al Señor. Roguemos al Señor.
  6. Por la unidad de España, de las instituciones, de las autoridades, de los ciudadanos, en estos momentos de especial dificultad. Roguemos al Señor.
  7. Para que todos los pueblos alcancen la paz, la tranquilidad y el bienestar necesario, especialmente Siria, Yemen, Nigeria y Rep. Centroafricana, y puedan así buscar más fácilmente los bienes del cielo. Roguemos al Señor.


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