SOLEMNIDAD
DE LA SAGRADA
FAMILIA
450
ANIVERSARIO DE LOS MÁRTIRES DE LA ALPUJARRA
“IGLESIA DE GRANADA, FAMILIA DE MÁRTIRES”
Eucaristía de
las Familias
y de Acción de Gracias por la historia
martirial de nuestra Iglesia
30 de
diciembre de 2018
S. I. CATEDRAL
METROPOLITANA
GRANADA
MONICION DE ENTRADA:
Celebramos
el primer domingo de Navidad, fiesta de la Sagrada Familia. Dos grandes grupos
diocesanos nos reunimos hoy en la Catedral, donde nos acoge nuestro Pastor
Diocesano para celebrar la Eucaristía.
Nuestra
Iglesia se presenta hoy como una “Familia de Mártires”, reuniendo en una misma
familia de fe y de amor a los que venimos a mirar a la Sagrada Familia, modelo
de vida familiar en el hogar y en las comunidades eclesiales. Damos gracias a
Dios por los matrimonios que en este año de 2018 celebran sus bodas de plata y
de oro de su alianza de amor en el matrimonio. Nos unimos a sus familias en la
alegría y en la acción de gracias. Valoramos en mucho su testimonio de
fidelidad y su servicio a la vida y a la trasmisión de la fe.
Venimos
también a celebrar que nuestra Iglesia es una Iglesia de mártires. Con ocasión
de los 450 años de los martirios que, en los días de aquella Navidad, sembraron
de testimonios de fe y de fortaleza cristiana las tierras de la Alpujarra,
recordamos toda la historia martirial de nuestra Iglesia de Granada. Este es
otro testimonio, el gran testimonio de fidelidad y de amor, que ha aparecido en
nuestra historia en todas las épocas. Nos unimos especialmente a los hermanos
de las parroquias alpujarreñas que hoy están entre nosotros y, herederos de
tierras, ambientes y paisajes, son también herederos de la fe por la que dieron
su vida centenares de cristianos
hombres, mujeres, niños, sacerdotes y religiosos. Hay que conservar su memoria,
imitar su fe y dar gracias a Dios por la claridad de su testimonio.
Que
esta celebración gozosa nos una en el amor y nos dé fortaleza para proclamar la
vida y la esperanza que nacidas en Belén, hoy nos ilumina y nos acompaña.
LECTURAS
1ª LECTURA (Sir
3, 2-6.12-14)
Lectura del
libro del Eclesiástico.
Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la
autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus
pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se
alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre
tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé
constante en honrar a tu padre, no lo abandones
mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes
mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para
pagar tus pecados.
SALMO RESPONSORIAL (Ps
128)
R/ Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/
Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/
Ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/
2ª LECTURA (Col
3, 12-21)
Lectura de la
carta del apóstol san Pablo a los Colosenses.
Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la
misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos
mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha
perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es
el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en
vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed
agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza;
enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios,
dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo
que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando
gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, vivid bajo la autoridad de
vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres,
y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que
eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que
pierdan los ánimos.
EVANGELIO (Lc
2, 22-40 )
Lectura del
santo Evangelio según san Lucas.
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de
Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor,
de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será
consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor:
«un par de tórtolas o dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre
llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y
el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo:
que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el
Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para
cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a
Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse
en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante
todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo
Israel.» Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: - «Mira, éste está puesto para
que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así
quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará
el alma.» Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de
Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y
luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche,
sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba
gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de
Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se
volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y
robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
RENOVACION DE LAS PROMESAS MATRIMONIALES:
Concluida la
homilía se realiza el rito de la renovación de las promesas de matrimonio y
familia.
Celebrante:
Hermanos
y hermanas:
Al
celebrar gozosamente esta Fiesta de la Sagrada Familia surge
en nosotros, en primer lugar, un espontáneo y profundo deseo de dar gracias a
Dios por el sacramento del matrimonio, y por la familia, “santuario de la vida
y esperanza de la sociedad”.
A
vosotras, las familias aquí presentes, os invito a renovar vuestras promesas
matrimoniales y vuestro compromiso de vivir la
comunión familiar, vuestra vocación de esposos y padres.
Celebrante:
Queridos
esposos, padres, hijos e hijas, como familia cristiana ¿queréis perseverar en
la misión de guardar, revelar y comunicar el amor de Dios por la humanidad, el
amor de Cristo por la Iglesia, su esposa?
R/ Sí,
queremos.
Celebrante:
¿Queréis
vivir y crecer en la fidelidad recíproca como comunidad de personas, en
comunión cada vez más profunda e intensa, en los momentos difíciles y en los
momentos buenos de la vida, siendo, así, esperanza para la sociedad?
R/ Si,
queremos.
Celebrante:
¿Queréis
ser un santuario de la vida, acogiendo con amor a los hijos concebidos y aún no
nacidos, atendiendo especialmente a los miembros más débiles de vuestra
familia: los recién nacidos, los discapacitados, los enfermos y los ancianos?
R/ Si,
queremos.
Renovación del
compromiso matrimonial
Esposos:
Bendito
seas, Señor, porque nos has asistido amorosamente en las alegrías y en las
penas de nuestra vida.
Te
pedimos que nos ayudes a guardar fielmente
nuestro amor mutuo para que seamos fieles testigos de la alianza que has
establecido con la humanidad.
Sigue
inmediatamente la proclamación del Credo y la Oración
de los Fieles.
ORACION DE LOS FIELES:
Por la Iglesia, para que en su
interior y en las relaciones con el mundo viva como una verdadera familia que
sabe amar, perdonar y valorar a cada persona. Roguemos al Señor.
- Por el papa Francisco, por todos los
obispos, sacerdotes y diáconos, para que
su servicio promueva el bien de los matrimonios y las familias. Roguemos
al Señor.
- Por los matrimonios y familias,
especialmente por los que atraviesan diferentes dificultades, para que, como
creyentes, estemos cerca de ellos, y sepamos llevarles la alegría
del Evangelio. Roguemos al Señor.
- Por los abuelos, para que en los últimos
años
de su vida no les falte el cariño
familiar, y por los miembros difuntos de nuestras familias: para que el Señor
les conceda el descanso eterno. Roguemos al Señor.
- Al celebrar los cuatrocientos cincuenta
años del martirio de innumerables hermanos nuestros en la Alpujarra, damos
gracias a Dios por su testimonio de fe y pedimos que su ejemplo nos fortalezca
en el seguimiento de Cristo, roguemos al Señor. Roguemos al Señor.
- Para que las comunidades parroquiales
alpujarreñas encuentren en la memoria de sus mártires una fuente de fidelidad a
Cristo, de unidad en el amor y de constancia en la trasmisión de la fe,
roguemos al Señor. Roguemos al Señor.
- Por
la unidad de España, de las instituciones, de las autoridades, de los
ciudadanos, en estos momentos de especial dificultad. Roguemos
al Señor.
- Para
que todos los pueblos alcancen la paz, la tranquilidad y el bienestar
necesario, especialmente Siria, Yemen, Nigeria y Rep. Centroafricana, y puedan
así buscar más fácilmente los bienes del cielo. Roguemos
al Señor.