6 de enero de 2013
Queridos Reyes Magos:
Anoche no era capaz de dormirme de lo nervioso que estaba después de veros por las calles de Granada. Llevaba todo el año esperando y cuando os vi no sabía que deciros.
Esta mañana al levantarme me ha dado mucha alegría al ver que me habíais traído el camión que os pedí, el bolso para mi mamá y los guantes para papá, también me gustó mucho el coche de mi hermano, pero mi camión corre mucho más que su coche. Nos han gustado también los caramelos y todas la chuches.
Papá y mamá nos explicaban que teníamos que daros las gracias porque habéis podido pasar por casa, aunque también nos ha dicho que cada vez os cuesta más llegar a cada hogar del mundo para dejar una gota de ilusión y esperanza en que un mañana mejor es posible.
No puedo entretenerme mucho, pues tengo que jugar, pero no quería hacer correr mi camión rojo sin antes daros las gracias y pediros, si podéis, que sigáis repartiendo en cada corazón, el deseo de hacer felices a los demás: ¡yo quiero ser un campeón en amar a los demás!.
No puedo entretenerme mucho, pues tengo que jugar, pero no quería hacer correr mi camión rojo sin antes daros las gracias y pediros, si podéis, que sigáis repartiendo en cada corazón, el deseo de hacer felices a los demás: ¡yo quiero ser un campeón en amar a los demás!.
También nos han dicho que vosotros buscabais la verdad, y la encontrasteis en aquel pequeño Niño, por eso también quiero pediros que nos ayudéis a todos a buscar al Rey de la Vida, mis padres me han dicho que en vuestra adoración a Jesucristo, representáis a todos los hombres del mundo, sin fijaros en el color de la piel, porque en el reino del Rey que fuisteis a ver en Belén no hay distinción por la raza o el origen y que une a la humanidad sin que pierda la riqueza de la variedad de los pueblos que la forman.
Queridos Reyes Magos, una última cosa, ayuda a las familias a hacer el camino hacia Dios, como lo hicisteis vosotros hace dos mil doce años como un único pueblo.
Prometo seguir portándome bien todo el año, no dejaré que un enfado duré más de cinco minutos y estaré muy atento a querer a mis padres y a mi hermano, a mis compañeros de clase y a mi profe, a todos los que me encuentre. Haré muchos actos de amor hacia los demás, que os mandaré como pequeños regalos para que se los llevéis al Niño Dios.
Un beso
¡Ah, saludad de mi parte al Niño!
Os quiere,
Un niño de Granada.
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