Ya han intervenido en las Congregaciones algunos
matrimonios de los que participan en el Sínodo y han hablado de intimidad
sexual, evangelización en pareja y acogida de hijos
Por Salvatore Cernuzio
En el Sínodo de los Obispos sobre la familia
que se está celebrando en el Vaticano, desde este lunes y hasta el día 19, ya
ha habido espacio para escuchar a los matrimonios que han sido invitados para
dar su testimonio sobre la vida familiar.
La primera pareja intervino la
tarde del lunes. Se trata de Ron y Mavis Pirola, cónyuges australianos, que
narraron el recorrido de sus 55 de matrimonio: del primer flechazo, a las llamadas
y las notas, hasta las satisfacciones y las fatigas de convertirse en padres.
En particular, los dos esposos
centraron la atención sobre la "intimidad sexual", punto de apoyo
--indicaron-- de la vida de pareja entendida en sentido cristiano. "Poco a
poco nos hemos dado cuenta de que la única característica que distingue nuestra
relación sacramental respecto a cualquier otra buena relación centrada en
Cristo es la intimidad sexual, y que el matrimonio es un sacramento que
encuentra su máxima expresión en una relación sexual", explicaron.
"Nosotros --añadieron--
creemos que hasta cuando las parejas casadas no lleguen a respetar la unión
sexual como parte esencial de su espiritualidad será extremadamente difícil
apreciar la belleza de las enseñanzas como las de la encíclicaHumanae vitae".
Según los cónyuges --que junto a
otras parejas y sacerdotes han participado en movimiento de espiritualidad
laical como Equipes Notre Dame y Worldwide Marriage Encounter--
"necesitamos nuevos modos y nuevos lenguajes fácilmente reconocibles para
tocar los corazones de las personas".
En tal sentido la "Iglesia
doméstica" tiene mucho que ofrecer a la Iglesia universal por las
modalidades de evangelización, y que siempre se debate entre la "tensión
de apoyar la verdad" y la necesidad de expresar "compasión y
misericordia".
Pusieron como ejemplo el caso de
unos amigos suyos, padres de un chico homosexual. Ellos --contaron--
"estaban organizando la reunión de Navidad en familia cuando su hijo dijo
que quería llevar también a su compañero. Ellos creían plenamente en la
enseñanza de la Iglesia y eran conscientes de que a sus nietos les hubiera
gustado ver acoger al hijo y a su pareja en la familia. Su respuesta se puede
resumir en tres palabras: 'Es nuestro hijo'".
Según el matrimonio, este es el
"modelo de evangelización" que las parroquias deberían aprender de
las iglesias domésticas que son las familias. Otro caso, añadieron, es el de
una amiga divorciada que dice "que a veces no se siente plenamente acogida
en su parroquia. Aún así, va a misa regularmente y sin lamentarse con sus
hijos".
"Para el resto de la
parroquia ella debería ser un modelo de valentía y compromiso frente a la
adversidad", observaron Ron y Mavis, subrayando que precisamente de
personas como ella "aprendemos a reconocer que todos llevamos heridas
internas en nuestra vida". Ser consciente de las propias heridas internas,
de hecho, "ayuda enormemente a reducir la tendencia a juzgar a los otros,
una actitud que representa un poderoso obstáculo para la evangelización".
El martes por la mañana fue el
turno de George y Cynthia Campos, pareja de la archidiócesis de Manila, en
Filipinas. Ambos están muy comprometidos en "Parejas para Cristo",
una asociación laica reconocida por el Pontificio Consejo para los Laicos --de
la que George es presidente-- que tiene como fin renovar y reforzar la
vida y los valores de la familia cristiana. El movimiento está presente en
todas las provincias y diócesis de Filipinas y se ha exportado a 163 países.
Padres de cuatro hijos, casados
desde hace 27 años, los Campos han pasado la mitad de la vida, dijeron,
"siendo una catequesis viviente de nuestra visión de vivir como 'familia
en el Espíritu Santo para renovar la faz de la tierra'".
Se conocieron en el convento de
las Rosas Hermanas, una congregación contemplativa donde Cynthia vivía una
experiencia de noviciado y George era monaguillo. A un cierto punto, los dos
esposos dejaron los respectivos trabajos para "servir" al Señor
"juntos como una pareja". Se convirtieron en "discípulos
misioneros a tiempo completo", comprometidos con formaciones didácticas y
encuentros semanales de oración con otras parejas en distintos países de
Filipinas pero también del mundo, entre los que están Vietnam, Tailandia y
Australia. Los hijos ahora siguen su ejemplo ocupándose de las actividades de
los niños, los jóvenes y los solteros de "Parejas para Cristo".
Los Campos hablaron de los dos
eventos dramáticos que han marcado su matrimonio, superados gracias a una
profunda fe en Dios. En primer lugar el embarazo de riesgo de Cynthia: "En
el cuarto embarazo me diagnosticaron diabetes gestacional y preeclampsia. Nos
dijeron que mi vida corría peligro si continuaba con el embarazo y el niño
tenía muchas probabilidades de nacer con alguna anomalía. Nos aconsejaron elegir
entre la interrupción del embarazo o el riesgo. Ha sido verdaderamente una
prueba de fe y de abandono. Hemos decidido tener el niño y respetar la voluntad
del Señor. Por gracia de Dios, hemos sobrevivido las dos y mi hija Christen
nació sana y llena de vida".
Más difícil para los cónyuges fue
afrontar el cáncer de pecho diagnosticado a la mujer en 1998. Según los
médicos, el tumor le daba máximo de 3 a 6 meses de vida. En vez de renunciar a
su servicio, Cynthia continuó con mayor pasión, "apoyada por las oraciones
de mi familia y de nuestra comunidad CFC". "Mi oración --dijo-- era
'Señor simplemente con un toque de tus dedos se podría cambiar mi enfermedad.
Debes solo quererlo'. Dios escuchó nuestras oraciones y por ahora estoy en pie
tras curarme con una sencilla intervención y una dosis de antibióticos".
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